Que si la vida es difícil? Claro que sí, que es difícil. ¿Quién dijo que no? Claro que es difícil. Nadie lo ha dicho. Nadie te ha prometido que no lo fuese; así que arriba, levántate
Nos pasamos la vida perdiendo cosas. Pero gracias a ello sabemos lo que se siente cuando recuperamos algo, ese vivir siempre...
Nos despedimos siempre con la esperanza de volvernos a encontrar. Y si, todos siempre hemos querido convertir un adiós en un “hasta luego”. y todos hemos sentido ese “algo” diciendo Uff Cuánto tiempo!
No hay abrazos más fuertes que los que se dan cuando parecía que no iba a haber más abrazos. Hemos encontrado la manera de hacernos daño para después sentir el placer de curarnos, tal vez sí…
Hemos encontrado la fórmula de la calma después del caos… tal vez sí…
También hace tiempo, y por naturaleza humana tal vez, aprendimos a buscar problemas donde no los hay para no tener que solucionar nada en absoluto y sentirnos orgullosos de nosotros mismos porque sí…
Y sabemos pasarnos años preocupándonos por cosas que no tienen importancia para, el día que de verdad nos pasa algo grande, poder mirar atrás y decir “ahora sí”!
Y se nos da fenomenal dejar gente en el camino porque pasados los años sabemos no acordarnos de lo malo y así tener esa sensación de que al final sólo queda lo bueno. Y será que siempre hay algo bonito en cada echar de menos… no?
Y a veces nos inventamos motivos para estar medio tristes porque hemos llegado a encontrar un punto de placer en el dolor… tal vez sí. Y hemos aprendido a saborear esa trompeta de fondo con un Miles Davis y un cigarro, o un Sabina de aguardentosa filosofía a las tres de la mañana mientras libramos nuestra propia batalla personal.
Y retrasamos lo que no queremos que llegue, porque nos hemos convencido de que no somos capaces de hacerlo. Y es que así cuando inevitablemente llega, también somos capaces de demostrar que no éramos tan debiluchos. Que somos capaces de todo… si hay pasión por supuesto, como la de Cristo o tal vez como la del poeta maldito Charles Bukowski… si, capaces de todo como por ejemplo amar.
Y a veces llegamos tarde porque sí, así nos reafirmamos en la idea de que más vale tarde que nunca, y por eso de quien ríe último ríe mejor.
Y sentimos la imperiosa necesidad de querer a alguien… Y nos comportamos como si no quisiéramos a la gente sólo para descubrir qué se siente cuando en mitad de la noche te das cuenta de que en realidad no quieres vivir sin ella o sin él… tal vez y como sea que estén los vientos y las mareas…
Y en medio de vivir viviendo hacemos lo que siempre prometimos que no haríamos porque es la única manera en la que aprendemos a conocernos a nosotros mismos, y saber hasta dónde somos capaces de llegar… y es que la tentación es un espejo en el que nos miramos y siempre nos sorprendemos… benditas sean todas las tentaciones.
Y decimos “no puedo” porque solamente nosotros podemos retarnos a nosotros mismos a hacer lo que nunca imaginamos que podríamos llegar a hacer… y es que nos encanta convertir ese “no puedo” en un “lo conseguí”.
Y somos capaces de creer en lo que no podemos ver ni tocar porque es nuestra manera tan particular de llenar vacíos.
Y pasa a veces parece que nos alejamos de lo que queremos y es esa contradicción en la que queremos encontrar todas las explicaciones que no sabemos dar con palabras… pero ¿y si dejas de buscarte explicaciones a ti mismo?.
Y utilizamos palabras duras tal vez con la gente que más nos importa pretendiendo hacerles entender lo importantes que son, y nos regocijamos en esos a veces gentiles prejuicios del “por las dudas”, colgándonoslo como una medalla de guerra en la solapa.
Y le ponemos barreras y le quitamos importancia al amor, como diría el viejo Charles B., porque escondiéndonos de él te habrán dicho y hecho aprender a dejar que nos encuentre… y porque cuánto más te niegas a querer, más gente te pone la vida en el camino para que quieras… y sabes qué? el tiempo no para, no espera, no avisa…
Y nos vamos de los sitios porque sabemos que no hay nada como volver, esa cosa tanguera surrealista sí, que llegamos a dolernos nosotros mismos cuando no nos duele nada porque creemos que sólo se aprende llorando y apretando los dientes, cometiendo ese error laberinto de pensar que lo bueno es lo que pasa mientras no pasa lo malo ¿lo has pensado? y parece que nos dejamos caer a toda velocidad porque no hay mejor sensación que la de retomar el vuelo, ir tomando altura y mirar desde arriba en busca del agujero donde creemos que vamos a caer.
Y jugamos hasta el final porque ganar no tiene el mismo gustito que tiene correr el riesgo de perder, porque saber que podemos perder lo hace más excitante… Y preferimos que nos quieran a que nos necesiten, porque querer algo nos hace libres, necesitar nos ata de pies y manos, es que hemos inventado esa opción de elegir, y nos hace automáticamente más valiosos, cuando tal vez lo fácil sería hacernos imprescindibles… pero como decía mi padre “que los cementerios están llenos de gente imprescindible”.
Y a veces se te suelta la chaveta y se te da por querer desaparecer, a lo mejor y casi seguro es para que alguien te eche en falta y te pida que vuelvas. Será por eso tal vez, que nadie quiere morir, porque que nadie quiere estar solo y se puede estar solo en medio de la muchedumbre, pero es otra cosa el tema éste, que nadie quiere no poder volver a donde sea y por eso volvemos aunque no queramos, siempre estamos volviendo.
Y es que nos gusta estar “a punto de”, porque el vértigo del peligro nos enciende el alma, porque el calor de jugársela cerca del fuego nos hace sentir vivos…
Y buscamos un permanente equilibrio porque será tal vez que el frío del “nunca” hace que queramos el calor del “siempre… y así nos pasamos la vida, entre un “todo” y un “nada” que pretende ser “algo”.
Y nos inventamos el vacío para darle realismo a lo que existe, y ponemos nombres y etiquetas a las cosas porque de lo que no se habla no existe y todo lo que existe necesita un por qué… ¿te has preguntado por qué?
Y por eso nos cuesta tanto tener fe, y aunque no seamos conscientes nunca dejamos de tenerla, y no hablo de religiones, hablo de FE, de desear con todas las fuerzas que algo que aún no ha ocurrido y no tienes idea si ocurrirá, ocurra de una vez y mil veces más y haber estado con la certeza en la piel.
Y sí, estamos mal hechos tal vez, pero somos extraordinarios y somos extraordinarios precisamente por eso.
Y si nos falta algo nos lo inventamos así en un “chás”, porque seguimos buscando cuando parece que no hay nada que encontrar, porque seguimos queriendo aun sabiendo que algunas velas ya no ardan… y tal vez porque hemos inventado las causas perdidas para justificar las cosas que defendemos sin sentido alguno… o tal vez no.
Y seguimos intentando chuparnos el codo sabiendo que nunca lo conseguiremos, porque será que tenemos claro que no hay muros lo suficientemente altos cuando tenemos ganas de saltar ni baches molestos lo suficientemente pequeños cuando no queremos movernos y no podemos no movernos.
Y llegados hasta aquí, y después de leer estos divagues, seguiremos haciendo exactamente lo mismo y aun así encontraremos la manera de decir en ese momento del viaje de nuestras vidas, que somos felices, que no es un lugar esa felicidad, es el camino.
Y es que estamos mal hechos y somos extraordinarios.
Pero todo es ley de vida, Como un día me dijo el Poeta Halley:
"Si las palabras se atraen, Que se unan entre ellas.
Y a brillar, Que son dos sílabas"
Y tal vez por solo eso valían la pena estas líneas.
No te detengas!
Feliz Nochevieja! Feliz Año Nuevo 2024!
José Luis San Román
31 Diciembre 2023
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