Y así empezaron, fueron y son, uno tras otro Los Días de Mercurio, con el escenario al alcance de la mano…
Alguien me ha dicho alguna vez que las historias sólo suceden a quienes son capaces de contarlas. Me ha dicho que la realidad no existe si no hay una imaginación para verla. Y alguien también me dijo alguna vez que la verdadera vida tiene lugar en nuestro interior. Si es posible que nuestras vidas cotidianas sean bombardeadas por casualidades, y más certeramente tal vez, por encuentros casuales de personas y por acontecimientos y que a ellos se les podría ver como coincidencias. Pero… ¿nada es casual no? Y como en algún Día de Mercurio, tal vez se pueda decir que todos o casi todos necesitamos que nos cuenten una historia; historias, que es posible ayuden a organizar la realidad de alguna manera, como si fuesen una línea o una luz marcando el caos de nuestras vidas… ¿es posible? ¿O se nos presenta como una confusión y cada uno ve cada historia con una luz distinta? Como una gran confusión también se podría decir que la vida es trágica y cómica a la vez y también con una cara absurda y muy profundamente significativa, inciertamente seguro puede ser tal argumento con toda seguridad, es posible… como una gran mesa servida, un banquete de confusión para los espectadores de distintos mundos, porque no hay uno solo, sino que hay muchos, donde cada uno de esos mundos es la creación de cada espectador frente al escenario donde se dirige la luz de las miradas… porque es posible que todos seamos extraños para nosotros mismos y a veces, que tengamos alguna sensación de quienes somos y que esa sensación sea solo porque vivimos bajo miradas de los demás, de espectadores ¿vivimos bajo la eterna mirada de los demás? ¿Es así? ¿Dónde estaría la respuesta? ¿Preguntarse por qué? ¿No preguntarse por qué? Y el cerebro como un laberinto… y teorías como maniobras… y la opinión a mano alzada, como una ceremonia confusa, y sin comprender el público que la verdadera vida tiene lugar en nuestro interior… Tal vez… - DEL EDITOR
Conversaciones
Con Gladys Ceriani
Y si no encuentras fuerzas para salir de aquí?
“Las he de sacar de donde sea… y seguiré…” dijo afirmando con certeza imperceptible pero precisa.
Me grabe esas palabras y ya comenzaba otro día
“Sí, día uno estaré en pie, comenzaré a andar y voy a aguantar, lo sé, lo podré hacer…”
“Y ya el día dos podré ir avanzando hasta el final, seguirá el día tres y otro y otro… y vuelta a empezar…”
Entonces ¿vuelta a empezar?
“Sí”, dijo Sí
¿En qué medida es significante o insignificante la distancia y el tiempo? La distancia, el tiempo… la búsqueda
La ciudad se percibía con una desesperante rigidez y helada ese invierno… y la niebla natural o imaginaria en esa ciudad, que se iría abriendo por momentos para Los Días de Mercurio
El Corte
Sobre un texto de Gladys Ceriani
Los días de Mercurio
“Y el primer desafío frente al escenario, buscando aliviar la herida abierta ¿aliviar? … No!
Después, con el tiempo entendí que se comienza muy lentamente a aprender a convivir con el dolor.
Y que…Las heridas cierran pero no desaparecen.
Y buscando entre todas las miradas, y así, como de la nada, aparece, con su majestuoso silencio y caminar sigiloso, otra, un alma en pena y con rumbo cierto, otra; historias parecidas, aunque todo mi ser estaba lleno de tristeza, buscaba en esa mirada la calma, mis latidos ya eran más serenos.
Nada es para siempre.
Qué edad teníamos? ¿Cómo elegimos ese lugar, esa mesa, ese rincón? En algo no tuvimos dudas, sería el tercer día de la semana, el día de mercurio, fue un pacto y nunca supimos por qué.
¿Por qué llovían cenizas? ¿Por qué los cráteres eran grises? ¿Por qué necesitábamos girar más despacio? ¿Porque buscábamos estar más cerca del sol?
Y de repente alguien nos susurró al oído… Puede ser que la respuesta sea no preguntarse por qué… Y entendimos el motivo; era salir de los silencios. Despejar nubes oscuras, sin medias tintas, buscando comprender el caos… ¿cómo?
Siempre una palabra, una frase, desencadenaban un estallido, de mil bombas y los mil pedazos sobre la mesa sin preguntarnos el por qué… Y se convirtieron en un hábito las noches de mercurio y por momentos volví a sonreír a pesar de tener entre mis manos una copa medio vacía…
Y volver… ya siendo otro día, por una calle solitaria, fría, mi sombra y yo ante la insultante luz de un nuevo amanecer… pisando heladas blancas, heladas negras, rumbo a un cuarto vacío del castillo… y esos sueños una y otra vez..."
Gladys Ceriani
En algún lugar del tiempo
Julio 14 2020 Gral Las Heras- Buenos Aires
La ciudad se percibía con una desesperante rigidez y helada, ese invierno… y la niebla natural o imaginaria que se iría abriendo por momentos para Los Días de Mercurio
Fueron los Días de Mercurio
Casualidades, coincidencias…?
“Sí, sólo fue
Y el primer desafío frente al escenario, buscando aliviar la herida abierta ¿aliviar? …
Y otra vez a empezar, ¿vuelta a empezar?
Sí, sin entenderlo, como empezar a hablar y no hacerse entender. Ni tampoco sé ni me pregunté por qué sí, ni por qué no
Tal vez como si se ha cerrado una puerta y simultáneamente se abren otras y otras?
Tal vez nuestras vidas, sin darnos cuenta, están siendo bombardeas por situaciones de casualidad, aunque nada es casual; situaciones de encuentros casuales de personas y acontecimientos, lo que se podrían llamar coincidencias… dos almas en busca de un bote salvavidas
Es posible, sí
Hay situaciones y momentos, el tiempo
Después, con el tiempo entendí que se comienza muy lentamente a aprender a convivir con el dolor.
Ese primer desafío, el escenario, ese supuesto público… ¿preguntas o respuestas? Salir de los silencios
Dudas,…es posible
Las heridas cierran pero no desaparecen.
Y buscando entre todas las miradas, y así, como de la nada, aparece, con su majestuoso silencio y caminar sigiloso, otra, un alma en pena y con rumbo cierto, otra, historias parecidas, aunque todo mi ser estaba lleno de tristeza, buscaba en esa mirada la calma, mis latidos ya eran más serenos.
Un alma en pena…Dos almas en pena. Ese lugar, el escenario, de frente…
Y buscando entre todas las miradas, ¿y así, como de la nada, aparece?
Si, otra, un alma en pena y con rumbo cierto, otra, historias parecidas, aunque todo mi ser estaba lleno de tristeza, buscaba en esa mirada la calma, mis latidos ya eran más serenos.
Y en ese restaurante, en ese escenario de coincidencias de dos almas. Y donde coincidencia puede significar que al menos dos acontecimientos inesperados se suceden casi en simultáneo, donde todos los mundos, de cada uno, porque no hay uno solo, sino muchos y donde cada uno de esos mundos es la creación individual una a una de las personas. Y así en ese escenario ¿Dónde estaría la respuesta? ¿Preguntarse por qué o No preguntarse por qué? Y el cerebro como un laberinto… y teorías como maniobras… y la opinión a mano alzada, como una ceremonia confusa, y sin comprender el público que la verdadera vida tiene lugar en nuestro interior. Y así empezaron, fueron y son, uno tras otro Los Días de Mercurio, con el escenario al alcance del público, de opiniones, teorías y preguntas como la niebla de ese invierno… ¿qué por qué, cómo y cuándo…? como si fuera una cuestión de fe, y ahí en ese instante junto a la enorme y antigua caja registradora en ese bar... aquel cristo en la pared solo se encogió de hombros
Y… ¿preguntas? ¿Búsquedas? ¿respuestas?
¿Por qué llovían cenizas? ¿Por qué los cráteres eran grises? ¿Por qué necesitábamos girar más despacio? ¿Porque buscábamos estar más cerca del sol?
Más lento, más cerca del sol ¡Y…entonces?
Y de repente alguien nos susurró al oído… Puede ser que la respuesta sea no preguntarse por qué… Y entendimos el motivo; era salir de los silencios. Despejar nubes oscuras, sin medias tintas, buscando comprender el caos… ¿cómo?
¿Cómo una ceremonia, toda una ceremonia?
Siempre una palabra, una frase, desencadenaban un estallido, de mil bombas y los mil pedazos sobre la mesa sin preguntarnos el por qué… Y se convirtieron en un hábito las noches de mercurio y por momentos volví a sonreír a pesar de tener entre mis manos una copa medio vacía…
Y volver… ya siendo otro día, por una calle solitaria, fría, mi sombra y yo ante la insultante luz de un nuevo amanecer… pisando heladas blancas, heladas negras, rumbo a un cuarto vacío del castillo… y esos sueños una y otra vez
“Qué difícil es cuando la respuesta esta contestada, a la vista, antes de que las preguntas tomen vuelo” - me dijo
“Puede ser que la respuesta sea no preguntarse por qué” pensó en voz alta, como meditando o reafirmando esas respuestas preguntadas, como un orden alterado, en aquel escenario, en aquel bar, en aquella mesa, en ese rincón del restaurante… como una ceremonia, confusa, claramente confusa, como la niebla que envolvía la ciudad en esas noches… una y otra vez… un hervidero de pensamientos, laberintos de especulaciones… opiniones al aire… Cuando ellas, y sus almas, dos almas, coincidían en pensamientos y brindaban y brindarán más allá de las ceremonias de la confusión. Y en otro lugar del tiempo, en el momento límite entre la noche y el amanecer, “en la hora exacta de los grises” como me dijo una vez, en el último de los bares, la última conversación en aquella barra se escuchó decir “amigo… creo que las historias suceden siempre a aquellos que son capaces de contarlas… porque la realidad…, pienso… que la realidad no existe si no hay imaginación para poder verla, como una ceremonia
… de Los Días de Mercurio… tal vez
Un hervidero de pensamientos
Alimento para los leones
El cerebro como un laberinto
En un nido de especulaciones
Teorías como maniobras
De despiste o de superstición
La religión de la fabulación
Y la medicina como acto de fe
La opinion a mano alzada
La intuición la sospecha la corazonada
Y danzar y dar la bienvenida
A la ceremonia de la confusión
LobosMagazine LM™ 2020
EDITOR: JOSÉ LUIS SAN ROMÁN
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