Argentina tiene el fútbol y la política que se merece. La derrota de ayer fue una foto de la Argentina exitista de hoy.
Argentina, fútbol, política y mesianismo
Por Ornella Tirabosco
Resulta curioso analizar el comportamiento de millones de argentinos que, desde su sofá o las redes sociales, se convierten en directores técnicos y saben cómo ganar mundiales. Es mucho más curioso cómo, al no tener los resultados esperados, automáticamente se dan vuelta cual panqueque y ya todo es un panorama de desastres.
Es que el argentino es así, funciona gracias al exitismo. Disfruta cuando el rival pierde su partido. Tanto en política como en economía y fútbol, la cosa viene para atrás hace rato y la culpa es de los dirigentes que tenemos, su falta de capacidad para liderar y su constante venta de humo.
La gente que te sigue, que te apoya ante lo primero que sale mal ya no tiene interés. La selección de ayer no es de ayer, y tampoco lo es la situación actual en la que se encuentra el país. El problema de la Selección es que, al parecer, Messi hace lo que quiere. Lo mismo sucede con el gobierno, hay falta de autoridad, de orden, y eso provoca que no se consigan buenos resultados, porque el descontrol abunda.
Tampoco hay buenos resultados con un equipo que no acompaña. La crisis de la Selección pasa porque no quieren ser gobernados. Son un grupo de caprichosos que no quieren aceptar que alguien venga a dirigirlos. Fácilmente esto se aplica también a nivel social. Ciertos sectores no están dispuestos a ordenarse, no pueden hacer un esfuerzo, tiran todos para un mismo lado buscando o apoyando a líderes mesiánicos que los salven del caos.
El exitismo argentino no ayuda ni a los deportistas ni a nuestros dirigentes políticos. Es un círculo vicioso de creer que todo se soluciona, que todo está bien, y cuando hay un indicio de que algo va a salir mal, ya está, es un fracaso y una desilusión. Y eso le pasó a Argentina tanto a nivel equipo de fútbol como a nivel social, donde ante cualquier tropezón, no se asimilan las dificultades para levantarse y el culpable termina siendo el otro.
Además, las instituciones están debilitadas. La AFA debería hace mucho ser una institución con un funcionamiento normal, pero no hay elecciones, ponen los candidatos a dedo, todo está intervenido y funciona así hace años por la corrupción y los que se adueñan de lo público para hacer negocios, mafias.
También hay que recordar el accionar de los nefastos medios y la prensa durante estos días. Puros elogios hasta que empieza el mundial y los resultados estimados no acompañan a la Selección. Los periodistas deportivos decían en TV durante semanas que la selección argentina “tenía” (porque ahora todos se dieron vuelta) al mejor jugador de fútbol del mundo, Lionel Messi. Hace 48 horas era el número uno y hoy es el culpable de este resultado, pero siempre se prioriza el resultado por encima de las formas.
Con Messi la cosa es muy particular, además de ser juzgado por cómo juega en el Barcelona y la diferencia que se ve en su juego en la selección argentina, no importa que haga y como lo haga. No importa si juega solo, si llegó a un pase, si erró un penal o si metió el gol. Los argentinos juzgan el resultado, y sin resultado no hay apoyo. Cualquiera puede juntar buenos jugadores, pero lo difícil y más importante es hacer funcionar un sistema que esté más allá de quien juega. No vamos a conseguirlo porque no planificamos ni desarrollamos las cosas a largo plazo, nos manejamos con improvisación permanente.
Los argentinos, en general, nos creemos más de lo que somos de verdad. La exigencia siempre no sólo es estar entre los tres primeros, sino más bien, estar primeros. Festejamos antes del triunfo. “Se ha instalado, a fuego, que el segundo es el primero de los fracasados. Y eso es muy nocivo. Porque si la meta es salir siempre primero, esto es imposible lograrlo. El fútbol es el deporte cultural de los argentinos. Y como hace 32 años fuimos campeones del mundo, pensamos que somos el primer mundo, como decía el Negro Fontanorrosa”, explicaba en una entrevista hace un tiempo Marcelo Roffe, conocido Psicólogo y especialista en Psicología del Deporte y de la Actividad Física.
Somos un país del tercer mundo que en fútbol siempre se destacó. Pero ahora ni siquiera nos alcanza para clasificar. Debemos ganar el partido o se trata de un fracaso. Si el equipo clasifica, son dioses. Si no se clasifica, mejor no vuelvan al país. No necesitamos más líderes mesiánicos. Argentina tiene el fútbol y la política que se merece.
LobosMagazine 2018
lobosmag.com