Por qué no controlan a ésos! A los gritos, el canoso de la camisa floreada y esos bermudas..., mientras señalaba a los de la clase turista.
A veces es demasiado fácil asustar, manipular, engañar con un señuelo a lo más primitivo y emocional de nuestro cerebro. Salir del engaño, encontrar algo veraz, juzgar con objetividad, es necesario asimilar, ordenar, procesar mucha información, es un enorme esfuerzo de análisis y raciocinio que no todo el mundo está dispuesto a acometer.
(Sábado 24 de febrero en la Ciudad de Buenos Aires/cinco de la tarde)Mientras tanto, Pepe cruza la ciudad para llegar a tiempo al Fortín de Villa Luro, donde su insistente Velez será anfitrión del devaluado Ríver Plate. Tal vez el trabajo duro aplaste al narcicismo y el orgullo nuble la vanidad.
Alguien tiene antecedentes
por Pepe Juliá
La partida del avión desde Misiones no había sufrido demoras. El viaje había transcurrido casi sin sobresaltos. Salvo un pequeño percance eléctrico antes de aterrizar que provocó un apagón momentáneo. La llegada al Aeropuerto de Buenos Aires fue puntual.
Llamó la atención de una de las azafatas, un paquete en forma rectangular envuelto en papel film y asegurado con varias vueltas de cinta de embalar color marrón tirado en el pasillo del avión.
Indudablemente no era una bomba. El aspecto del paquete no dejaba lugar a dudas: Droga. Algo mucho más destructor que un explosivo.
A alguien se le habrá escurrido o intentó deshacerse de la carga por algún dato llegado desde tierra a través de algún celular.
Todos los pasajeros una vez finalizado el aterrizaje, tuvieron que aguardar en un lugar reservado del Aeropuerto.
-A lo que hemos llegado!- decía a los gritos el señor canoso, de camisa floreada y bermudas camuflados.
-Es un atropello!- se disgustaba la señora de aparente buen pasar, si se juzga por el aire parisino de sus sedosas prendas veraniegas.
-Esto que están haciendo no tiene nombre- vociferaba un joven demasiado rubio y excesivamente bronceado apretado en una remera celeste sin mangas.
-País del tercer mundo!- reflexionaba la morocha voluptuosa enfrascada en el mundo que le mostraba su celular de última generación.
Los cuatro personajes tienen en común, entre otras cosas, costosos lentes de sol que esconden la intencionalidad de sus miradas. Malhumorados por perder tiempo. Algo que no están acostumbrados los que viajan en Primera Clase.
-Por qué no controlan a esos!- despectivamente el señor canoso se dirigía al policía aeroportuario, señalando a los de clase turista que estaban en otra fila.
-A ellos tienen que revisar- comentaba con desprecio la señora.
-No hace falta ser inteligente para darse cuenta de ciertas cosas- murmuraba el del dudoso color rubio.
-Es un espanto. Me esperan para una fiesta- con desdén reclamaba la morocha.
-Silencio!- con autoridad el policía, ahora acompañado por un señor de traje azul y corbata roja, puso orden.
-Los de esta fila!- señalando la más numerosa, -despejen el lugar-
-Y nosotros?- los cuatro preguntaron a la vez en un perfecto coro.
-Ustedes pasen a esa sala. El fiscal les hará algunas preguntas-
José Pepe Juliá
Los Cuentos de Pepe 2018
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