No sabe bien que pasa, pero se va dando cuenta que a medida que pasan las horas, la gente que ha decidido pasar la noche de una manera tranquila y normal evitan su rincón íntimo de conversación.
Los Cuñados
Ha llegado el calor de golpe, así como llega siempre en diciembre, siempre de golpe. Igual que las sorpresas de los gobiernos de turno. Una llegada fuerte, como siempre pasa cuando se acerca el fin de año. Si bien fue un año acalorado en todo sentido, todavía falta afrontar un reto, como siempre a fin de año, y este año viene cargado como nunca: Los Cuñados.
Todos ustedes saben bien que se trata, de qué hablo, y si no lo saben aún, es hora de planteárselo. Se dice por ahí, que algunos fundamentalistas de la impostura encuentran en estas noches su razón de ser, su leit motiv. Y no es difícil reconocerlos. Beben bastante antes de la cena y siempre lo esperan a uno en un rincón, su rincón. Por qué?, porque se sienten más seguros en la distancia corta, como los boxeadores mexicanos, lejos del bullicio de las conversaciones compartidas; ahí es donde el cuñadismo empieza a impartir su lección magistral en el refugio sagrado de la intimidad.
Los cuñados ilustrados son tanto entrenadores de Boca, Ríver o de la Selección, sin medias tintas; Presidentes del Gobierno y Magistrados de la Corte, sin ningún problema. Esto se nota en la gravedad de sus palabras y en los gestos. Tienen un amigo que es amigo de un amigo de una amante de funcionario judicial que trabaja con Bonadío y le pasó todo el expediente de la causa de Cristina, “y ésta… cuando caiga no sale más, me lo dijo mi amigo”.
Siempre ofrecen una copa o algún aperitivo y en ese momento, el clásico “qué tal a pesar de todo?”, y el otro pobre que estaba ahí, que sólo quería tomarse un whisky, se queda pensando en ese “a pesar de todo”. Busca rápidamente entre sus recuerdos más cercanos y no encuentra nada demasiado terrible, más allá de lo cotidiano, que pueda ser la causa del ya conocido “a pesar de todo”. No lo duda y responde, mientras se enciende un cigarrillo, (eso sí entra en alerta, a ver si el cuñado por ahí es un fundamentalista anti tabaco también) y pregunta: ¿por qué a pesar de todo? Como en una película de terror se escucha en la casa, el chasquido típico del cepo que lo agarra de los pies. Cayó…
Y el cuñado le explica, que, “bueno che, con lo que está pasando en Argentina, es muy difícil sacar una sonrisa a alguien” (son unos magos en hacer de la situación nacional su estado de ánimo). Nuestro ingenuo amigo, valiente novato, no se queda y quiere saber qué es eso exactamente de “lo que está pasando” y que tanto aflige al cuñado. Error de principiante. No sabe que a los todólogos, rumorólogos, los atormenta todo eso, todo. Sonríe, da una pitada al cigarro, un sorbo al whisky, y esos tres gestos son los primeros tres clavos de su ataúd.
De lejos los primos y parientes con experiencia lo miran; no van a atinar a nada tampoco; es más divertido conversar con las tías más viejas y recordar otros tiempos y navidades, que arriesgarse a entrar al área de exclusión del cuñado. Que haga su propia experiencia no?
No sabe bien por qué, pero descubre que, a medida que pasan las horas, la gente ha decidido pasar la noche de una manera normal y evitan su rincón íntimo de conversación. El cuñado ya lo tiene en un puño y es su víctima perfecta y empezar a analizar, siempre de forma objetiva, equilibrada y sesuda, los problemas de política nacional, internacional, guerras, terrorismo, los nuevos jugadores de Boca, que si Gallardo se va de Ríver, y que con Messi arrasamos en Rusia 2018, es un amargo pero arrasamos; por supuesto pasando por el análisis de la situación económica de Venezuela. Hace unos días en una cena, decían de un cuñado que llegó a salvar al mundo del cambio climático y que tiene un amigo en la ONU que sabe cómo acabar con Monsanto; pero no sé si es real. Es complejo, con los cuñados nunca se sabe cuál es el punto final de la historia y el inicio de la leyenda. Y esto es lo que los convierte en personajes míticos de las mesas navideñas.
La rumorología y la todología se extienden como una gran nube tóxica, cada vez más; y es así como los cuñados se han ido multiplicando y abarcan todas las capas sociales. Están integrados a todo, incluso hasta con una importante cuota de pantalla, que es como se mide hoy la trascendencia del personal cuñado.
Este ha sido un año especial, movido, con festejos porque sí, obvio que sin hacerse cargo de nada. Cuñados vencedores y cuñados vencidos. Son días duros para la gente normal, tomarse con calma las cosas es lo mejor, eso sí, siempre alerta, los cuñados ya ni siquiera esperan la cena de Nochebuena.