Si reducimos el 8 de marzo a una fecha festiva para hacer regalos rosados, no estamos entendiendo el mundo en el que vivimos, que afortunadamente, con los años se ha vuelto más ecuánime, aún está bien lejos de ser justo.
Flores, chocolates, regalos y la famosa frase: las mujeres son los más extraordinario y bonito del universo. Clichés que cada 8 de Marzo se ven y se leen en el mundo y que ponen en segundo plano el motivo o, mejor dicho, los tantos motivos por el que el “Día de la mujer” debe existir.
Hablemos de números y datos…no son ideas, no especulaciones…es lo que pasa a diario a nivel mundial:
- Si hablamos de trata de personas, aproximadamente el 72% del total de víctimas de trata son mujeres y niñas.
- Más de 200 millones de mujeres en el mundo han sido sometidas a la mutilación vaginal
- Más de 12 millones de niñas por año son obligadas a casarse, siendo menores de edad
- Solo hay seis países en los que las mujeres tienen los mismos derechos que los hombres (Bélgica, Dinamarca, Francia, Luxemburgo, Letonia y Suecia)
- En Afganistán, la mujer es obligada a mantener su nombre en secreto…ni siquiera puede darlo para una receta médica…y cuando una mujer se casa, su nombre no aparece ni en las invitaciones de la boda
- En Siria las mujeres han sido aisladas del compromiso político.
- En Pakistán, aunque votar es un derecho constitucional, figuras poderosas les prohíben a las mujeres votar con base en costumbres patriarcales
- A nivel mundial, en promedio, 30% de todas las mujeres que han estado en una relación han experimentado violencia física y / o sexual cometida contra ellas por su pareja.
- Las mujeres actualmente ganan aproximadamente 30% menos de lo que ganan los hombres por hacer el mismo trabajo
Si reducimos el 8 de marzo a una fecha festiva para hacer regalos rosados, no estamos entendiendo el mundo en el que vivimos. Un mundo que, afortunadamente, con los años se ha vuelto más ecuánime, pero que está bien lejos de ser justo.
La lucha por la igualdad no solo beneficia a las mujeres…beneficia también a los hombres que todos los días son sometidos a una cultura machista en la que deben ser proveedores, no deben llorar, deben comportarse de tal o cual manera y tantas ideas que una sociedad injusta ha instalado.
Un mundo igualitario es la lucha de ambos sexos y para ambos sexos, para que el género nunca determine el valor, las posibilidades y el futuro de una persona.
Así en el contexto del Día Internacional de la Mujer, que se conmemora cada 8 de marzo, no es esto el tratar sobre ideas de campañas con posturas ideológicas para homenajear a las mujeres así como así, ni de palabras y palabras y más palabras y piezas publicitarias para compartir imágenes “bonitas”. Hoy quiero, invitar a todas las personas a una reflexión sobre la equidad en el ambiente de trabajo y el largo camino que debemos recorrer para que eso suceda, la equidad en la vida en el hogar, y todo lo que implique equidad en cualquier aspecto de la vida humana, por sobre todo equidad e igualdad ante la ley.
Según lo indica la OCDE (Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económico), la equidad de género tiene una gran influencia en el crecimiento, competitividad y en la preparación para el futuro de los países y organizaciones, determinando qué tan prósperos serán.
Lamentablemente, ninguno de nosotros alcanzará ver la completa equidad de género y, probablemente, nuestros hijos tampoco. Ese es el hallazgo del informe publicado por el World Economic Forum (WEF), que revela que no lograremos alcanzar la equidad de género dentro de los próximos 99,5 años. Así estamos…
El estudio comparó 153 países en cuatro dimensiones: Participación y Oportunidad Económica, Logro Educativo, Salud y Supervivencia y Empoderamiento Político.
En general, los países han avanzado en su búsqueda por la equidad de género, y la mayor representación política de las mujeres ha sido un relevante aporte a esto. La dimensión con los mejores resultados es el Logro Educativo, en el que 40 países consiguieron alcanzar la paridad completa, pero, la moneda tiene dos caras, nos cuenta dos historias, ya que según el WEF nos faltan 12 años más para que la brecha en educación sea completamente superada por todas las naciones que hacen parte del ranking.
En el otro extremo está la dimensión de Participación y Oportunidad económicas, la única donde hemos retrocedido en comparación a los estudios anteriores. El número es desalentador, pero nos sirve de alerta: la equidad de género en ese aspecto es de tan sólo 57,8%. Ya que amamos el contextualizarlo en años, esto se traduce en que necesitamos 257 años más hasta que se alcance la paridad.
Hacer de las organizaciones lugares equitativos, con una mayor representación de la mujer en el liderazgo y en los comités ejecutivos, asegurando también la igualdad en los ingresos de hombres y mujeres, depende de un análisis profundo de los comportamientos sistémicos y prácticas que han sostenido el lento (o nulo) progreso hacia los resultados deseados. Y no se arregla con una ley porque sí nomás. Se trata de educación, se trata de cultura social, se trata de evolución humana positiva, lógica, racional.
El prejuicio, impregnado en narrativas equivocadas sobre las mujeres, continúa arraigado en nuestros ambientes de trabajo, en nuestras políticas y en nuestras discusiones de talento, aunque de forma inconsciente. No es difícil encontrar líderes que aún creen en mitos como la falta de ambición y confianza de la mujer, o que no hay suficientes mujeres capacitadas en el camino de liderazgo para poder aumentar su representación en los comités ejecutivos o para que asuman posiciones como Directoras Ejecutivas, reales.
Aunque la participación de las mujeres en los altos puestos de liderazgo ha aumentado en los últimos años, un fenómeno todavía impide a la mujer avanzar de manera más significativa. McKinsey le dio nombre a ese fenómeno, es el “peldaño roto”. Según ellos, el mayor obstáculo que enfrentan las mujeres en su camino hacia la llamada C-suite (cargos en los comités ejecutivos, como CEO, CFO, CHRO, CTO, etc) es justamente el peldaño del nivel gerencial.
Por cada 100 hombres promovidos y contratados para el puesto de gerente, solo 72 mujeres son promovidas y contratadas. Si consideramos las mujeres afrodescendientes, ese número disminuye a 58, y, si seguimos sumando variables al hecho de ser mujeres, como lo están las creencias religiosas, las preferencias sexuales y/o alguna discapacidad, si estás casada o soltera, si tienes hijos o decidiste no tener, y así podemos seguir sumando variables y restando en porcentajes que, seguramente se traducen en ratios más preocupantes.
Pero, centrando esto sólo en el género, resulta que, debido a este “peldaño roto”, más mujeres se quedan atrapadas en el nivel de entrada del liderazgo y menos mujeres se convierten en gerentes. Por lo tanto, no sorprende que 68% de los puestos de nivel directivo pertenezcan a los hombres, mientras que sólo un 32% sean ocupados por mujeres.
"Si las mujeres fueran contratadas y promovidas a cargos gerenciales en la misma proporción que los hombres, 1 millón de mujeres más serían incorporadas al liderazgo de las organizaciones en los próximos 5 años." Según estudios de McKinsey, Woman in the Workplace Study
Otro aspecto que requiere atención es la equidad salarial. Pese a que, en los últimos años, muchas organizaciones han trabajado para corregir brechas salariales entre mujeres y hombres en los mismos roles, no hay muchos motivos para celebración, ya que se está comenzando a hablar en cómo solucionar un problema que nunca debió suceder.
No es difícil detectar y corregir la diferencia de salarios entre hombres y mujeres en cargos similares, el desafío ahora es eliminar la brecha en los ingresos, no sólo con las intenciones sino con políticas internas que comiencen a modificar esta brecha en los salarios totales ganados por mujeres “versus” hombres.
Puede que este parezca un sueño muy distante y, de hecho, sabemos que el camino hacia la equidad es largo y lleno de obstáculos, pero es necesario comenzar a dar pasos más firmes para impulsar el cambio.
Si reducimos el 8 de marzo a una fecha festiva para hacer regalos rosados, no estamos entendiendo el mundo en el que vivimos. Un mundo que, afortunadamente, con los años se ha vuelto más ecuánime, pero que está bien lejos de ser justo.
La lucha por la igualdad no solo beneficia a las mujeres…beneficia también a los hombres que todos los días son sometidos a una cultura machista en la que deben ser proveedores, no deben llorar, deben comportarse de tal o cual manera y tantas ideas que una sociedad injusta ha instalado.
Un mundo igualitario es la “lucha” de ambos sexos y para ambos sexos, para que el género nunca determine el valor, las posibilidades y el futuro de una persona.
Que este mes de marzo sirva de trampolín para generar resonancia dentro de nuestros entornos, que seamos modeladores de profunda reflexión y promotores que inspiren iniciativas que hagan de nuestras organizaciones lugares en que todos tengan la oportunidad de desarrollar su potencial.
No esperemos a que otros hagan lo que quisiéramos ver en el mundo.
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