Las élites actuales llevan mucho tiempo sobresaliendo por sus ataques al conocimiento, les sirven de excusa, de coartada para mantener bien acotado el campo intocable de sus prerrogativas.
En una casi completa situación de desidia, desinterés por el progreso real, huérfanos de ideas y de proyectos ambiciosos, los hijos actuales de lo que se conoce como izquierda reivindican como el amanecer de un nuevo paraíso el valor del desconocimiento. Atados a sus rebeldías de diseño caen en ese "anti" tradicionalismo que critican en la ciencia y tecnología “no ecológicas”, en calidad de miembros de esa poderosa “comunidad de la inteligencia”, se arrogan, pretenden que la verdadera emancipación debe pasar por imponer en las aulas el desorden cognitivo. El sustituir los niveles de permanencia por ese supuesto santo grial de la transgresión, según sus mentes, el desarmar, deshilachar, deconstruir (palabra tan de moda en esta época) axiomas universales con el afán de arribar a los cielos de la incertidumbre; el transmitir la ignorancia atacando los espacios ecológicos en donde anida la herencia del conocimiento. Y todo ello constituye el campo de sus batallas. Y cabe la pregunta: ¿bajo esos combates ultra reaccionarios se esconde una lucha feroz, política y cultural por parte del “progretariado” contra el proletariado? Es posible, pero no solo contra los miembros de lo que se dio en llamar una vez “la clase obrera”, sino contra esa clase media que reivindica para su prole la cultura de calidad.
Y parece una cosa insólita, pero las élites actuales llevan mucho tiempo sobresaliendo por sus ataques al conocimiento, ataques que les sirven de excusa, de coartada para mantener bien acotado el campo intocable de sus prerrogativas. Que al fin y al cabo, en las batallas promovidas para apropiarse de los bienes ajenos se ha procedido a la gentrificación cultural, es decir, se ha echado del ámbito de la cultura a los económicamente menos afortunados.
Existe una atroz falta de credibilidad que en nuestros días irradia el conocimiento es un signo distintivo de la profunda crisis cultural por la que atravesamos.
Y vemos, en el colmo de los colmos esos líderes defensores de la indigencia, de la pobreza, del pobrismo mismo, ninguna coherencia, ninguna, viven al margen de la ideología que predican, y… llevan a sus hijos a centros exquisitos donde enseñan la fruta de la buena cultura, prohibida para los demás. En definitiva, no hacen lo que dicen. Y con tal de proteger a sus hijos se saltan el absurdo de la deforestación cognitiva que defienden para la mayoría.
Y toda esta incoherencia qué? La falta de credibilidad que en nuestros días irradia el conocimiento es un signo distintivo de la honda crisis cultural y moral por la que atravesamos. Falta de credibilidad acompañada por la bella (o re-belle) insumisión que está conduciendo a un estúpido suicidio de la civilización. “Que nadie salga sabiendo demasiado de las escuelas públicas” es el lema que guía a ciertos representantes políticos, la mayoría en realidad. Es por eso por lo que los “sans-culottes” de hoy lo integran, así afirmo, los “sans-connaissances”. Y es así “sin conocimientos” (o sans-connaissances”) porque esos grupos que viven al amparo del poder y de sus prebendas, están dinamitando el peligro (de la competencia incómoda) de las clases subalternas y, tras elogiar la imbecilidad, pactan por imponer la idiocia en las aulas; idiocia, ese rastorno mental que se distingue por una deficiencia profunda de las facultades mentales, en este caso es adquirida fomentada, en el cual las personas, dentro del sistema educativo tienen un desarrollo físico normal, se supone, y una edad mental que no sobrepasa los tres años Y es que aplauden la educación como fábrica para incultos, es decir, como mercancía vacía para los futuros pobres.
La Pedagogía Progresista
“Esas incubadoras del letargo conocidas como escuelas “progresistas”, que están dedicadas a la tarea de lisiar la mente de los niños parando su desarrollo cognitivo”
Mientras tanto, la escuela pedagógica “progresista” lleva años subrayando la falta de novedad de los métodos y conceptos educativos que se usan. La explicación que manifiestan es que esos métodos y esas teorías son una cosa antigua de naturaleza inútil e inservible y, que además, carecen de valor. Carecen de valor por exigir el esfuerzo, por basarse en el uso y ejercitación de la memoria y en el desarrollo de la lógica. Y alimentándose de las tendencias anti tradicionalistas de esta escuela pedagógica nuestros políticos, tan posmodernos y vestidos a la última ideología, han arrojado por la borda algunas de las tradiciones más preciadas del conocimiento humanístico y científico, bajo la acusación de que el pensamiento lineal, léase “deductivo”, está obsoleto y no es innovador.
Ninguna duda cabe, el izquierdismo cultural (que rara vez somete a escrutinio su propia herencia cultural) persigue destruir aquel pasado que no forma parte de su tradición y, sobre todo, aquel legado que entorpece sus intereses de dominio… ¿de verdad creen que debemos tirar por la borda el trabajo de siglos, de hombres y mujeres por el hecho de que unas minorías despóticas lo consideren oportuno?
“En pocas palabras, los del marketing político creen que todos somos imbéciles… o quizás solo distraídos”
Y así las cosas, el panorama que tenemos por delante es desolador y más cuando las aulas que pueblan universidades, institutos y colegios… se mueven en la actualidad entre la puericultura de las guarderías y la puericultura de las madrazas, es decir, entre la infantilización de los alumnos y el control represivo de los conocimientos.
Un 52,1% de estudiantes argentinos de 15 años no comprende lo más básico de un texto, según un informe internacional (OCDE- PISA). Además, siete de cada diez alumnos aún no pueden resolver un cálculo sencillo, según los resultados de un programa dependiente de la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económico (OCDE).
Sólo el 0,7% de los estudiantes argentinos alcanzaron el nivel más alto en la sección de Lectura de las pruebas PISA 2018, las últimas en realizarse en Argentina. El área de Lectura evalúa la capacidad de distinguir entre un dato y una opinión y evaluar la neutralidad y el posible sesgo de los textos analizando los contenidos y la fuente de la información, entre otras cosas. Estas habilidades son cruciales para identificar y enfrentar la desinformación.
A estas ideologías del veneno cual la cicuta, la planta asesina de Sócrates se añade un dato preocupante. Al haberse aceptado el culto reaccionario al analfabetismo, en el seno de las instituciones docentes se han normalizado la corrupción, el fraude de las calificaciones infladas, el timo de los aprobados inexistentes. Y, peor, se ha estigmatizado la madurez intelectual. De este modo, con la no contabilidad de los suspensos se quiere esconder, enterrar, borrar los serios problemas que remiten a los niveles alarmantes de subformación juvenil.
Vistas así las cosas, se ha pasado de glorificar el arquetipo marxista de una sociedad sin clases a defender el paradigma de una cultura sin contenidos, con la falsa argumentación de que la igualdad reside en el “igual da”, “se gual” decía un personaje de la Tv Argentina hace varias décadas… ¿se gual?... Menuda revolución de la ignorancia…
«Es bueno tener una imagen del mundo tan completa como nos permitan nuestras actividades necesarias. Ninguno de nosotros va a estar mucho tiempo en este mundo, y cada uno, durante los pocos años que dure su vida, tiene que aprender todo lo que va a saber sobre este extraño planeta y su posición en el universo. Desaprovechar las oportunidades de conocimiento, por imperfectas que sean, es como ir al teatro y no escuchar la obra».
Bertrand Russell (1930), La conquista de la felicidad.
Eres el boxeador
Entrenando en la playa
Lanzando ganchos de izquierda
Al aire
Haz aprendido a esquivarlo un ataque
Pero en invierno nadie baja a ver el mar
Y las gaviotas no permites que te acerques a ellas
Golpea mejor quien golpea primero
Levántate antes de que cuente hasta diez... que cuente hasta diez...
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