¿Acaso los argentinos se han habituado a vivir con un mal Estado de partidos que los aborrece y los destruye?
La extirpación de las ideas
En el universo político del siglo XXI, en Europa como en América, y principalmente en Latinoamérica, y vamos a centrarnos en lo que nos atañe y nos ahoga, la de nuestro país. Es posible ver a simple vista, si se quiere, como se pone de manifiesto la ineficacia de unos sistemas de gerenciamiento, basados en la ausencia de principios y de valores, en dónde unos pocos son esa excrecencia más mediocre de cada una de las sociedades que lo conforman y que ocupan posiciones de poder.
Uno de los padres de la filosofía, Aristóteles, decía que el gobierno de los mejores y de mejor linaje (aristocracia), tenía su vertiente degenerada en la oligarquía, entendiendo a ésta como tal, la forma de gobierno de los más ricos, sin ninguna capacidad ni méritos adicionales a los de esta condición.
Decíamos de esas mediocres castas, que de alguna manera dominan a la sociedad civil y niegan de forma pretenciosa, obstinada y perniciosa el debate de ideas de base, la búsqueda de ellas y que dé lugar a que surjan, afloren y emerjan nuevos proyectos, y en definitiva, una movilidad que sea innovadora en las clases dirigentes y empresariales, lo que haría posible permitir posicionar, iniciar y caminar en sentido racional en el contexto social, cultural, económico a nivel mundial, en el contexto de los principios de la libertad, frente a otros bloques y actores relevantes del panorama político y cultural global. Y así estamos en una masa sin forma, lo que sería el imperio de una mal llamada “socialdemocracia global” (que paradójicamente no es ni social ni demócrata), donde se escudan nebulosas sin límites, constituida por las diferentes voces esquizofrénicas dentro de un mismo cerebro y que se materializa en forma de una casta de autoerigidos dirigentes, que no poseen legitimidad alguna, salvo la que ellos mismos se otorgan, para justificar su posición de poder.
Y sería bueno hacerse una pregunta ¿por qué los argentinos han aceptado con cierta apatía, la representación de esta disparatada comedia?, contemplando pasivamente como reparten sus fueros o parcelas que se atribuyen, de un dominio en forma de partidos estatales, sindicatos estatales, empresariado estatal, supuestos gobiernos federales, “inventados”, diseñados por ellos mismos para ser mantenidos desde el “gran estado nacional”, y mediante una serie de grandes conglomerados empresariales que realmente y contrario a lo comúnmente aceptado, no son privadas, sino que son igualmente estatales, viven del estado, de sus subsidios, de sus posiciones monopólicas amparadas por ese estado, y por todo esto consustanciadas con el núcleo mismo del “estado”. ¿Puede en Argentina existir la libre empresa? ¿Es posible el surgimiento de proyectos innovadores que lleven a que la producción y la calidad de vida de los ciudadanos sea superior cada vez más? Vemos que NO, y todo es así porque el poder ese que lo comprende todo, lo abarca todo, y esa oligocracia, se ocupa muy convenientemente de mantener a la masa en una situación de sumisión que coarta toda posibilidad de innovación que ponga en situación de “peligro” esa protegida hegemonía económica. Y los vendedores de humo, tenaces por supuesto, con su poderosa maquinaria de propaganda logran los objetivos de transformar en “derechos, deberes y garantías” a las falacias y el fraude. Y todo esto en razón y en consecuencia que al no existir una real separación de poderes, ni una verdadera constitución, aunque suene triste y patético decirlo es así, no es posible garantizar una justa competencia en igualdad de condiciones para las iniciativas privadas y las particulares, que buscan y pretendan adquirir y pararse en un lugar propio en el mercado y en el debate de las ideas, mediante la innovación y la evolución. Existe, y no es novedad un sistema abusivo de impuestos, un maquiavélico diseño de la fiscalidad y una hacienda pública enemiga frontal y directa de la figura de las pequeñas y medianas empresas, autónomos de actividades y profesiones independientes, que se encargan del resto.
Es posible, que haciendo uso de un gran esfuerzo, grandísimo esfuerzo de imaginación, en el que habría que prescindir de toda pretensión lógica y agregando una importante cantidad de fantasía, se podría llegar a comprender la descorazonadora aceptación sin condiciones, por parte de la masa de votantes compulsivos, de una gran acumulación sin ningún desagote o drenaje de tantas y tantas frustraciones, tantas… de desajustes y desvíos psíquicos, de desarreglos emocionales presentes en la sociedad argentina amontonada tras el odio de facciones que solo les interesan las arcas de los dineros públicos, una sociedad amontonada, sin rumbo y consumista.
Habría que hacerse una pregunta, ¿por qué ha funcionado tan bien el discurso de estos círculos de psicópatas, plagado de mentiras, que se posiciona e impone sin dificultad, sin que haya la más mínima resistencia, ni encontrar la mínima oposición de la civilidad?
¿Y la cordura? ¿Y la razón?, está visto que la cordura no existe, está visto que las mayorías acaban comportándose como ganado consumidor y dependiente de aquellos que nos pastorean, y un slogan que como un mantra se repite una y otra vez: “… la Democracia que se precie debe basarse en el consenso, el diálogo y la negociación en lugar de ser una lucha por el poder y el imprescindible control de éste para ponerlo al servicio de la Nación…”
Decíamos antes de esos vendedores de humo, que cuando les fue posible convertir la trampa y la mentira en definiciones que incluso pretenden demostrar con hechos para justificarlas, como axiomas, sin que se le mueva un pelo; y mantenerse en el sistema de reparto del poder así, vendiendo gato por liebre, sin medir lo más mínimo que las consecuencias de sus actos arbitrarios se les vayan de las manos y continuando con sus mecanismos destructivos, siguen socavando voluntades y vendiendo castillos en el aire, y ya nada importa puesto que quedan muy pocos aparentemente con capacidad para distinguir la ilusión de la realidad.
A estas alturas nadie se sorprende ya, de que tan burdas artimañas hayan funcionado mucho mejor de lo esperado, ya que para ese fin han invertido todas sus energías, produciendo maravillosos discursos dirigidos a la manipulación emocional y sentimental de los gobernados todos, sean quienes sean, y así aumentar el número de conversos a la nueva fe estatal; y éstos se comportan a su vez como instrumento fundamental para la causa del poder despótico, permitiendo su permanencia fatal en el Estado durante décadas y décadas, y vivir a base de perpetrar verdaderos actos vandálicos contra la Nación. Y será doblegando, sometiendo voluntades. Será convirtiendo su lamentable estado de ánimo en una manera de ser, en una manera de vivir, en una suerte de sumisión y vergüenza.
El secreto de su éxito se fundamenta pues en fomentar un confuso complejo de culpa que ha puesto a los poderosos, libres de toda culpa, en la mejor tesitura para mantener sus privilegios.
¿Podría ser ésta una de las causas subyacentes que impide el triunfo de la democracia sobre los regímenes partidocráticos?
¿Continuarán los “súbditos” sometidos a éstas terribles manipulaciones ratificando en las urnas esta ignominia sin nombre?
¿Seguirán los subordinados esclavizados con sus eternos complejos de culpa, mientras los tiranos se reúnen para planear nuevas fechorías; para regodearse en los crímenes cometidos; para justificar las tropelías que no caben en los libros de historia?
La única manera de arreglar el estropicio, la catástrofe que viene por la ausencia de democracia es: hacerla presente. Y ser conscientes que todo el sistema de partidos políticos es responsable, la verdadera grieta es esa.
¿Es que nadie ve la gran vía de agua que nos está hundiendo en la pertinaz ruina? …¿nadie?
¿Cómo es posible? ¿Es que se han arrancado los ojos para no ver la mentira?
¿Cómo intentan huir de la luz que delata la cobarde aceptación de este cruel sometimiento que nos convierte en cómplices?
¿Hasta cuándo continuarán escondiendo el rostro tras sus máscaras?
¿Podrán contar a sus nietos, con orgullo, las cosas que hicieron por su patria?
¿Gimotearán implorando el perdón de las generaciones futuras ante su mirada reprobatoria o se esconderán debajo de las piedras…junto a los escorpiones y los sapos?
¿Podrán dormir cuando escuchen en el silencio de la noche, la llamada del remordimiento? ¿Tendrán el cinismo de disculparse diciendo que obedecían órdenes de otros que obedecían órdenes?
¿Se harán la cirugía estética para no ser reconocidos por su propia descendencia?
¿Se flagelarán en las plazas públicas, irán a ver a algún Sumo Sacerdote, Papa o teatro similar, o mentirán hipócritamente con la sonrisa en los labios?
¿Hasta cuándo piensan los “súbditos” seguir mostrando complacientes actitudes a sus amos y señores en esta especie de jardín de bonsáis?
¿Acaso los argentinos se han habituado a vivir con un mal Estado de partidos que los aborrece y los destruye?
No son momentos de alejarnos, todos, del objetivo final y deseado por los fundadores de la Patria, de la Nación y las bases de la República. Una nación gobernada por una democracia real, representativa y sobre todo, con una separación de poderes que asegure el cumplimiento de una constitución que, de forma opuesta a la pila de papeles inútiles que tenemos actualmente, garantice los derechos del individuo frente al poder y establezca las líneas divisorias de cada órgano estatal. De esta forma se procuraría que ninguno de ellos alcance una hipertrofia que ponga en peligro la estabilidad de la maquinaria del estado. Basta leer a Montesquieu y dejar un poco de lado a Rousseau para comprenderlo. La revolución francesa y sus ideas, entre otras muchas razones, fracasaron en Europa por no hacerlo de esta forma.
Únicamente a través del umbral de la Libertad Política Colectiva alcanzaremos la DEMOCRACIA. Para que los ciudadanos “súbditos” abandonen su letargo, completen su metamorfosis y emerjan como ciudadanos libres.
Y si queda DIGNIDAD, poder CONSTRUIR, finalmente, entre todos, una República Constitucional, sin prebendas o privilegios legales de unos ciudadanos sobre los otros.
Usted elige
“No conseguirán engañarnos a todos
Aunque a veces parecemos tontos
No conseguirán engañarnos a todos
A todos no...”
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