Una sociedad que elige el suicidio moral colectivo es un pecado que no merece absolución.
Es Hora del fin de las ficciones
La nave fantasma de la cruel realidad argentina, terminó encallando y varada. Sin dejarse ayudar y ciega por elección desde hace más de 35 años ya, desde esta última etapa de la democracia 1984-2019; y 91 años desde octubre de 1928. Su destino ha sido la oxidación, el enmohecimiento y casi la putrefacción. Una nave fantasma arrinconada, despreciada, olvidada por la historia, violada por los saqueadores. Una nave que ha perdido el rumbo hace muchísimo tiempo, y que ni siquiera intenta salvarse a sí misma o de sí misma. Todos sus engreídos, fatuos esfuerzos por salir de su yacente moral, tirándose de los pelos, en un patético y bufonesco espectáculo, penoso, trágico, que no merecen ni una mirada condescendiente de la historia. Ha logrado su final, ha obtenido su merecido. La Hora Cero (1).
Y así, a este destino canalla ha llegado por elección continuada de sus siervos. Ha llegado renovando la servidumbre voluntaria e irresponsable cada día en estos últimos 35 años, y 91 en total, si queremos partir del cero. Y así como el fantasma del Perla Negra en una playa desértica, una tierra escarpada, el suelo blanco y sin ninguna brisa, ahí se encuentra, ahí ha quedado Argentina. Donde gran parte de la tripulación se siente culpable por el abandono, se supone al menos; y a otra no le importa o no es consciente. Mal que les pese, mal que nos pese, ahí está. Patética, mal educada, malcriada, cansada, vulgar. Que supo vivir espejismos de nuevo rico. Triste miseria y miserabilidad de país pobre con aires de grandeza. Mientras su patrimonio ha sido y sigue siendo dilapidado por la casta del saqueo de los venidos a la política, con el consentimiento de la masa obediente y correcta.
Y así en una encrucijada del camino o de los mares, en medio de la pobreza económica, la pobreza política, pobreza moral; en esa playa desierta, varada, Argentina, como el Perla Negra.
Infinitos intentos que siempre trataron, intentaron advertir el falso rumbo, el desnorte del rumbo, han sido despreciados, siempre. Y así, a pesar de todo, la orquesta siguió tocando, mientras crujía la estructura y el agua subía. Sola, en su eterno y ridículo cuento, su mitomanía, aburrida y estéril… total, Dios es argentino.
Llegamos al fin de la historia, más bien fábula. Fin de la ficción, fin del cuentito, que ha durado 35 años en esta última etapa y 91 desde que todo empezó. - Sepa disculpar el lector la insistencia con las fecha y años, pero no es dato menor -. Cuántas generaciones culturales perdidas vagan sin rumbo? Y tomemos los últimos 35 años, para no incurrir en situaciones casi sadomasoquistas. Pero piense, ¿cuántas?. Argentina está donde merece y se ha empeñado en estar. No se ha hecho digna de su libertad y despilfarró las oportunidades que tuvo en su historia para lograr conquistarla. Como excepción por supuesto, diez, quince o veinte grandes hombres de la historia que tuvieron una visión y se los vilipendió siempre por una u otra razón. Y a los que sólo se los recuerda solamente cuando toca “feriado puente” en el calendario de efemérides. Y recordemos que esa libertad muy raras veces llama a la puerta de los pueblos. Así que Argentina se merece el juicio más severo, y hacerse cargo, que el enemigo que se busca no está afuera, es un intra enemigo. Tal vez así podremos tener un diagnóstico medianamente eficaz cuando llegue la hora por venir, La Hora Cero.
Durante los últimos años de esta era de la llamada “nueva democracia”, cuando parecía en algún momento encaminarse a algo, no, otra vez mando y obediencia se han elegido siempre. Una especie de suicidio moral y eutanasia pasiva de la sociedad, en nombre de… vaya uno a saber qué. Una sociedad que elige el suicidio moral colectivo es un pecado que no merece absolución. No podrá absolverse y lo más triste aun es que pareciera no desear ser perdonada, mucho menos hacerse cargo.
Es importante tener claro que en Argentina no hay representación política efectiva de los votantes y es importante también saber que la Constitución…bueno, bien gracias. Que los legisladores de toda categoría en lugar de representar a los ciudadanos que los han votado, representan a los partidos políticos, financiados por el Estado, en cuyas listas electorales han sido incluidos por el jefe de turno de la organización política. Esa es la representación.
Esto es como el cuento “El traje nuevo del Emperador”. A mirar pero no veamos que este, el emperador, desfila desnudo; a montar la escena que existe separación de poderes y comportarse correctamente en un “como si” esto fuera democracia, o “como si” con el voto se decidiera algo o se eligiera a alguien.
Y así nos encontramos hoy, tristemente guiados por lo que emiten las ignorancias no inocentes de los medios masivos de “comunicación”, grotescos, de mal gusto, de histrionismos pandilleriles. Nos encontramos en una situación donde tal vez nunca antes hubo mejores praderas donde puedan florecer tiranías de lo peor, y al mismo tiempo que nunca se cuidaron y sembraron con responsabilidad las semillas de la libertad política en Argentina. Pero si lo hicieron los sembradores de servidumbre, y ladrones de dignidad, y muy bien lo han hecho, ayudados por la tierra fértil que tienen en el carácter de la sociedad, total… total Dios es argentino.
Entonces nos encontramos hoy, mal que le pese y mal que nos pese a todos, que Argentina es un país esclavo de los saqueadores, sumiso, miedoso, servil, con ignorancia cada vez más manifiesta y expuesta, mala educación por donde quiera mirarse, descortés, feísta de alma, gritón, sí, todo es a los gritos y mirándose el ombligo y demás degradaciones de la anti involución, reino de la mediocridad y la vulgaridad. Y sabe qué, que lo que les pareció bueno a muchos, muchísimos, fue pura ficción, espejismos de playas desiertas, espejismos de tierras secas. Como los tripulantes del Perla Negra.
Que si usted dice: “Que yo no soy así” “Que no soy siervo de los cantos de sirena” “Que nadie manejará mi inteligencia, mi trabajo y mi razón y lo voy a demostrar”, pues es un gran aliciente! En marcha entonces.
Y si no es así, lo lamento…
Así que… Fin de la ficción. Es hora que comience la historia. La Hora Cero.
(1)La Hora Cero, película (2010) ambientada en Caracas de 1996, narra la historia de La Parca (Zapata 666), un temible sicario que se ve obligado a secuestrar una clínica privada para salvar al amor de su vida, Ladydi (Amanda Key). No tardan en llegar los policías y con ellos un circo mediático, quienes convierten a nuestro personaje en un héroe nacional. La Parca descubre que salvarle la vida a Ladydi será difícil, pero escapar con sus secuaces será una tarea casi imposible. El tiempo empieza a acabarse, y lo que parecía un plan perfecto terminará en un frenético desenlace donde la Parca se verá obligado a enfrentar los errores del pasado, y a descubrir que sus peores enemigos están más cerca de lo que él imagina. Cree que su plan funcionará y que su historia acabará teniendo un final feliz, nada más lejos de la realidad. Deberá hacer frente a historias del pasado y descubrir quiénes son realmente aquellos que le rodean. Su historia de amor se verá frustrada y ensuciada por el caos causado en la clínica…
“Deseos tan ligeros como promesas
Una voluntad tan liviana como escasa
Y la sospecha persistente e impertinente
Aunque traten siempre de disimular
Acciones y facciones
Que no me convencen
Y el reflejo en el espejo está loco de atar
Todo este abanico de pantomimas
Todas las risas todas las rimas
No conseguirán engañarnos a todos
Aunque a veces parecemos tontos
No conseguirán engañarnos a todos
A todos no…”
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EDITOR: JOSÉ LUIS SAN ROMÁN
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