"Buscamos la felicidad, pero sin saber dónde, como los borrachos buscan su casa, sabiendo que tienen una"
Dicen que la felicidad y los amores son como los imperios. Cuando desaparece la idea sobre la que se construyeron, perecen. Que la felicidad y el amor viven, porque es siempre presente la posibilidad de ausencia. Se puede decir que la tristeza es como llegar a la última estación. Y la felicidad es “estamos juntos”. Donde la tristeza es la forma y la felicidad el contenido. Donde la felicidad llena el espacio de la tristeza. ¿Todo ser humano debe tener un por qué? Imposible saberlo. -DEL EDITOR -
WHISKY
Un relato de Gustavo Mamón Contrera
El nombre “Whisky”, en gaélico “Uisge Beatha”, o en español, “Agua de Vida”. La primera gran producción de whisky se obtuvo en Escocia, allá por el año 1494, cuando un fraile, Juan Cor logró un volumen equivalente a más de 1400 litros del preciado néctar. Su difusión masiva comenzó como un antídoto contra la pena, por lo que dicha “medicina” era consumida mayoritariamente en funerales, o por personas que habían perdido a un familiar o ser querido. Con el tiempo, el beber y brindar por dichos seres queridos se transformó en un acto de alegría y el brindis se puso de moda. Por sus propiedades reanimantes casi mágicas, o por su puro y especial sabor y aroma, este preciado elixir recorrió un largo camino.
Llegué temprano al departamento, ya que en la facultad había un quilombo bárbaro. Estaba la JP arengando en la clase y me borré. Se está poniendo pesada la mano. El otro día con los chicos de Franja Morada nos agarramos a las piñas en una pegada de carteles y cobramos mal. Había cobrado un premio en River, por ganar el partido de básquet contra Obras y decidí invitar a Carlos a tomar unos amarillos después de la cena. Caminamos por Av. Corrientes, hicimos una parada para tomar un café en OURO PRETO y después fuimos al bar que está al lado del GATO NEGRO. Mesas de mármol, sillas de thonet, un tanguito que apenas se escuchaba, realmente era un típico bar porteño. Señores… ¿que se van a servir? -dijo el mozo- Dos Old Parr. -contesté- Saqué los Parisienne, prendí uno, le digo a Carlos: Realmente uno no valora, en el momento, la felicidad que generan pequeños placeres. Tanto se ha dicho de ser feliz pero en realidad ¿se puede ser feliz toda la vida?. No, -me dice Carlos-, se es feliz en determinados momentos. -Revolviendo los cubitos continúa- Siempre hay un desengaño, una traición, una muerte, una enfermedad, un amor perdido, una guerra, una deuda. ¿Entonces el dolor a veces es consecuencia de la felicidad? -pregunté-; me responde: en el caso de la pérdida de alguien muy querido, puede ser.
¿Es como si existieran dos colores nada más? Blanco y negro. Algunas personas han vivido todo blanco, otras todas negras. Otras muchas negras y pocas blancas y viceversa. – Pregunté- ¿Y los grises? -le agrego- será cuando no estás ni bien ni mal. Neutro. Digamos aburrido. No sabes para qué carajo viniste a este mundo, pero al mismo tiempo te gusta estar vivo. No te animas a suicidarte. Los alcohólicos, los faloperos, los jugadores compulsivos, los curas pedófilos, los corruptos, los envidiosos, los celosos, los discapacitados, los miserables. Pero me parece que una vida gris es como haber nacido al pedo. Como el budín de pan, se hace para no tirar la leche. ¿Pero hay mucha gente gris? Para mí, sí. -contesta Carlos- creo que hay gente que sufre pero no lo demuestra, o es tímida o tiene algún trauma o es temerosa o es culturalmente “corta” como el amor en “El inglés de los huesos”. Puede ser.-respondí-
Y tener dinero ¿te da felicidad? Y sí. Cuando el dinero cubre las necesidades básicas, obvio que el dinero da felicidad. Si el dinero te asegura la alimentación, atención médica, vivienda. Mejor dicho no da felicidad, te evita no ser infeliz. Pero entonces ¿por qué hay países que son económicamente pobres y las encuestas las dan como las más felices? ¡MOZO! -grité- me trae dos más.
El otro día leí que en Svalbard, Noruega vive la gente más feliz de la tierra. Empleo, tranquilidad y naturaleza omnipresente daban como resultado el pueblo más contento del planeta. La única preocupación es no encontrarse con un oso polar. En la isla hay más osos polares que población. Se es feliz cuando el afecto es parte de tu vida. El reconocimiento. Tus logros. Es una emoción que invade -me dice Carlos sin darle bola a lo que dije.
Creo que la felicidad no es importante como hecho en sí, pero refleja tu patrimonio existencial. -le agrego-
¿Qué cosa?! Mira QUIJO, si ya estás en pedo mejor nos vamos.
Pará boludo, te estoy hablando en serio!. El último gesto de tu cara cuando estas muriendo. Quizás sea el resumen de tu vida. La mayoría es gente mayor. Pero he visto pocos difuntos con su rostro en paz. En ese momento no hay mentiras. También hay gente que está muerta en vida. Como una flor que se marchita, como la carne que se abomba, como el lecho del arroyo seco. Gente joven que parece vieja. Quemados por el odio, la soledad, la envidia, el sufrimiento. ¿Cómo sacarlos del sufrimiento? ¿Cómo ayudarlos? ¿Cómo hacerlos felices? ¿Cómo convencerlos que la vida da oportunidades? ¿Cómo hacer para que olviden? Y frenarles el rencor. Cuando el sufrimiento ha durado mucho tiempo, no creo que pueda ser curado u olvidado.
En pedo uno dice verdades, el alcohol desmorona la barrera del miedo, de la vergüenza, del ridículo, de los sentimientos puros, de la bronca, de la traición. Y es ahí donde vienen las grandes ideas o los peores tormentos. ¿Cómo es eso? -me pregunta Carlos- viste que dicen “la mamúa del rico es alegría y la del pobre es borrachera"? Bueno, supongamos que un individuo es traicionado sentimentalmente. Una de las parejas, le mete los cuernos y el hecho es contundente. Agreguemos hijos, cuñados, suegros, etc. Cuando esa persona traicionada se ha comportado correctamente, que ha cosechado buenos amigos, que es apreciado, querido y reconocido como buena persona. Cuando ha sido bien educado, ha tenido una linda infancia y adolescencia. Cuando su nivel intelectual le ha permitido crecer laboralmente. De pronto todo se derrumba. El impacto es tremendo. Un mazazo. Se cuestionará, “no es posible que me haya pasado a mí”. ¿Qué pasó? ¿Cómo no lo advertí? ¿y ahora qué hago? Vergüenza, dolor, angustia extrema, desorientación. Una experiencia inédita. Sin datos, sin manual de procedimiento. Ante tanto desconcierto se encerrará a llorar, a romper algo, a gritar. Cuando esté extenuado comenzará a pensar. Acomodará todas las piezas (materiales y humanas). Tendrá que crear un nuevo paño, distinto al anterior, ese que fue tejiendo durante todo ese tiempo, y ahí empezará de a poco a ubicar el nuevo contexto. Buscando una salida notará una leve mejoría. El subconsciente le tiró un salvavidas, para seguir en ese camino. Muchos años después, habrá olvidado. Y olvidar es reemplazar. Verá que otra vez disfruta de las pequeñas cosas. En resumen todo lo bueno que tubo antes de su crisis, lo ayudó a salir. Principalmente su educación que lo acompaño a tomar decisiones delicadas. Tuvo que aprender a llorar, a disfrazar la bronca, a desechar la venganza, y en definitiva a que él también tuvo su parte de responsabilidad en el hecho. El mismo hecho, pero de una familia sin educación y con mucho sufrimiento, el engañado se tomará una botella de vino y le clava diez cuchillazos al infiel. ¡Y se acabó! Carlos me mira como si delante de él estuviese el apóstol Jacobo. Se paró y aplaudiendo grita ¡este pibe es un capo y es mi amigo! Che, que sed que da hablar tanto o será que este tema me alteró un poco -le digo
¡Mozzzoo! otra vuelggta por favor. Carlos de pronto se sonríe, ¿de qué te reis nabo? -le digo-. La verdad no sé, me dio por reír -me contesta- estaré un poco en pedito. De pronto se levanta de nuevo de su silla, elevando el vaso y mirando hacia el techo del bar, dice:
“Nunca canto por cantar porque mi verso es sagrao Soy bruto como un arao cuando digo una verdad Naides se crea capaz de hacer callar mi garganta Soy un sureño que canta y aunque no soy el mejor En la mano tengo flor, el truco ni me hace falta. “
¡EESSA! Gritaron detrás del mostrador
Y ahí salté yo también:
“Atajen atajadores soy rebenque deslonjao Sólo el cabo me ha quedao sin tiento ni pasadores No me meto entre las flores porque soy yuyo espinudo No me arrimo al cogotudo, de sus favores me aparto De promesas ya estoy harto, si es por él vivo desnudo “
Huijaaa -gritó él lava copas-
Y los dos a la vez
“He tranqueao muchos caminos buscando el menos poceao Pero al fin he comprobao que el mío tiene un destino Soy demasiao argentino paque me vengan con cuentos. Mi pampa la llevo adentro, he de llevarla hasta que muera. Seré horcón de una cumbrera de patria y hombres contentos. “
El aplauso fue generalizado de clientes y empleados, menos el encargado que se escondía detrás de la caja. De pronto se le oyó decir ¡una vuelta para los recitadores, paga la casa! Y bueno ahí vamos por el quinto. Caminando por Corrientes zigzagueando y abrazados, donde las palabras ya no salían. El agua de vida ha hecho honor a su nombre.
"Buscamos la felicidad, pero sin saber dónde, como los borrachos buscan su casa, sabiendo que tienen una." VOLTAIRE
Un día me despierto y resulta ser que cumplía sesenta años. Luego de dar algunas vueltas en la cama, sentí la sensación de que era otra persona, o mejor dicho dos. Una dentro de la otra. Parecía como si en las sábanas hubiese migas. Se estaba bien, pero incómodo. Nunca me había imaginado que al llegar a esta edad, se produciría un cambio tan mágico. Una de las partes era la de siempre, el de seguir proyectando, el de seguir generando cambios, el de mirar alrededor y ver que todo va bien, el de los chistes, el de las chiquilinadas, tirando migas de pan, poner el pie para que alguien tropiece, el de simular un golpe y todo aquello que pueda generar una sonrisa. La otra parte es una muda, que cubre a la otra. La persona que empieza a ver distintos destinos. Que duda de hacer cosas por no tener ganas o tener miedos. Todo lo nuevo por hacer tiene un parámetro final, un límite, una sensación finita. Todo se mide. Se mide de adelante hacia atrás. Que hay nuevos temas en la agenda de la vida, como la hipertensión, la glucosa, el colesterol, la memoria, la vista, el pito y la vagina, las rodillas y las caderas. La puta madre que cambio tremendo y solo se necesita cumplir sesenta. Pero ojo, la mente mantiene aquel espíritu espartano. A no entregarse nunca ni por nada. A tirar naranjas a los techos a la tres de la mañana, hacer dos largos por abajo del agua, a mear en la plaza, a pegarle un puntinazo a la pelota cuando cae a tu lado. Nos sentamos en una mesa de afuera en El Escritorio. Es una noche de primavera hermosa. Veníamos de cenar con el grupo de Los Malandras y al salir del restaurant, les digo siendo la medianoche ¿quién viene a tomar algo para bajar la comida? Nos sentamos con el Chita y Carlitos (otro Carlos). ¿Qué van a tomar? -preguntó la moza- el Chita tomó un café y se fue. Carlitos sin preguntarme, me dice ¡invito yo! y arrancó para el mostrador y apareció con dos vasos. El contenido parecía “miel del Monte Himeto”. Que aroma, que invasión al paladar. ¿Qué marca es el whisky Carlitos? Ahhhhhh -contesta-. Y festejando por esa noche maravillosa, le comenté del tema que hace muchos años tuve con nuestro amigo en común, Carlos. Le comento a Carlitos que hoy me siento en paz, principalmente conmigo. Recuerdo esa charla de los años setenta, con unos cuantos amarillos de por medio; adolescentes hablando de la felicidad. Carlitos saca un Marlboro -y me dice- que palabra tan ambigua y efímera. Quizás sea por ese motivo que se la desea, que se la busque. Los dos primeros whisky se evaporaron, desaparecieron. Los dos siguientes nos relajaron tanto que nuestra amistad parecía una campana de cristal gigante donde nuestra mesa se encontraba en su interior. Deseaba que esta noche quede congelada en el tiempo. Carlitos -le digo- con esos 19 años, viviendo esa efervescencia, política e intelectual. De cambios revolucionarios. De libertades y honores, de lindas mujeres y amigos incansables. De amaneceres en la laguna. De música, de formadores, de aventuras. La vivencia era un habano gigante y en cada pitada uno ingería vida, sentimientos, sabiduría, afectos, satisfacción, pelea, justicia, amor. Empachados de vida, queríamos saber que es la felicidad. Quizás no nos dimos cuenta que esos momentos, eran en realidad lo que buscábamos. La teníamos ahí mismo. En esa charla, en esos whisky, en esa mesa de mármol. Sin darnos cuenta, estos momentos también tendrán un lugar en el alma en el futuro. No solo hemos mantenido un cariño como amigos por años, sino que además nuestros hijos también son amigos entre sí.
Como a esta edad, voy a perder eso. Hoy recordándolo me reconforta. Y quizás sea así. Nada parece tener la dimensión emocional en el momento del hecho. El tiempo lo madura y le da nobleza. Como el whisky mismo.
Siendo la madrugada, y después de terminar el sexto, llamamos a la moza para pedir la cuenta y vimos como todo el personal se encontraba detrás del mostrador, mirándonos. Todas las sillas se encontraban, ya arriba de las mesas. Saludamos y luego de un abrazo eterno nos retiramos. Como en aquella época, tampoco hubo palabras.
La felicidad está dada por el pasado vivido. El recordar las muchas o pocas vivencias que han generado el bienestar del alma guardadas en la mente, da la dimensión de la felicidad de hoy. Esos hechos solo han sido en su momento, satisfacciones o alegrías. La verdadera plenitud la dará el futuro. Un niño no está feliz sino contento. La felicidad es la bandera a cuadros, el título universitario, esa fábrica que empezó en un garaje. Recordar ese camino dará felicidad. BUSCAR la felicidad es una idea dañina, antifilosófica y no apta para seres humanos. Es una idea que nos hace sentir fracasados, inútiles y sobre todo infelices. Buscar la felicidad es la mejor manera de arruinarse la vida. Estamos tan preocupados por pasarla bien que la pasamos mal. La búsqueda de la felicidad es una idea persecutoria y lo único que logra es angustiarnos.
Epílogo
La recelosa claridad de la madrugada se dibujaba por las vidrieras del bar y la Avenida Corrientes que sigue sin dormir; justo en ese momento límite entre la noche y el día como una visión, al fondo del bar, otra mesa con parroquianos, otra mesa de whisky, rostros difusos, casi fantasmales, o mágicos, donde un tal Pablo Neruda les recitaba “…algún día en cualquier parte, en cualquier lugar, indefectiblemente te encontrarás a ti mismo, y esa, solo esa, puede ser la más feliz o la más amarga de tus horas”; a lo que tras un sorbo a su whisky retrucaba “tú no encuentras la felicidad, ella llegará a ti en el momento preciso “, el sonriente y tranquilo John Bisner Ureña; para seguidamente ver a un ceremonioso Nathaniel Hawthorne pararse con su vaso en la mano y enunciar como una máxima que “la felicidad es como una mariposa, que, cuando se la persigue, siempre está fuera de nuestro alcance, pero si te paras y te sientas en silencio, podría posarse encima de ti”; y otro de ellos, vestido con raro traje, al que llamaban Pitágoras, propone otro brindis afirmando que “la felicidad consiste en poder unir el principio con el fin”; y él último de ese grupo de amigos enarbolando su bastón y su whisky, el único porteño del grupo también, el fantasmal Jorge Luis Borges y su rara mirada, confesando “ he cometido el peor de los pecados que un hombre puede cometer… No he sido feliz”
Gustavo Mamón Contrera
Noviembre 2018
San Salvador de Lobos – Argentina
LobosMagazine 2018
“Ahora que el tiempo ha pasado
y he dejado de lado la competición
que veo más claro…que escucho mejor
doy gracias por haber llegado hasta aquí
Ahora que han pasado los años
intensamente vividos, exprimidos
sigo en forma, no estoy cansado
y tengo decidido retrasar el final
Ahora puedo decirlo más alto
pero no puedo más claro
todo lo que en el mundo he amado…”
LobosMagazine 2018
EDITOR: JOSÉ LUIS SAN ROMÁN