La mayor parte de los que se autodenominan progresistas lo único que quieren es que les dejen en paz en un rinconcito acolchado por el Estado.
Oda al héroe del sofá
Por Sofía Rincón
La Pietè
Es conocido y sabido que cuando Nietzsche habla de “la piedad” como algo execrable no lo hace criticando la debilidad del prójimo como muchos ignorantes de su obra creen, sino que lo que critica es esa piedad rancia tan característica de la superioridad moral. Es esa piedad farisea que acompaña al puritanismo meapilas tan repudiado por los grandes cristianos de la historia. Y si bien menciono al cristianismo, es preciso aclarar que esto no es un artículo apologético. Sí, la mención del cristianismo por su innegable herencia para lo bueno y lo malo. Como en todo, en el cristianismo está la parte teológica llena de complejidad y deliciosa intelectualmente hablando y está la vulgarización de éste; y sin duda a nivel de masas (o sea, histórico) lo que más cala es la simplificación de las cosas que siempre tiene como consecuencia una falsificación doctrinal. Claro, humano demasiado humano, y es que con todo sucede así cuando la masa se mete de por medio, pero ese es otro tema.
Y entonces, la piedad cristiana es un concepto muy rico que supone una empatía con el prójimo desde la humildad; pero la piedad cristiana que se ha heredado no es cristiana en lo absoluto y supone a mi ver una de las muestras más repugnantes de soberbia existentes: no hay empatía, sino un posicionamiento sobre el objeto de piedad de modo que éste es observado con pena desde la soberbia moral del que “puede permitirse” acariciar la cabecita del otro porque es un “pobre desgraciado”. Esta “pieté” es la que Nietzsche critica a hierro en su Genealogía de la Moral, y es, personalmente, una de las cosas más detestables en el mundo. Mil veces más es preferible un desprecio abierto y explícito que esta forma de señalar desde la sombra, ese quiero y no puedo.
Y ahora si pasamos al punto en cuestión
Querido héroe, me encantaría decirte cientos de cosas, pero prefiero ser paciente y centrarme en una sola, así que hoy sólo hablaremos de tu gloria. Porque, en verdad, te envidio. Ojalá por mi sangre corriera esa innata nobleza que te caracteriza, esa luz que respalda tus actos y que hace que seas capaz de salvarnos a todos de la miseria humana con tus likes en internet.
Querido héroe, tu perfección moral y tus aportes a la sociedad son dignos de gestas maravillosas, ¡Quememos el Mío Cid! Para qué leer la Guerra del Peloponeso o La Ilíada teniendo a mano lo que compartes en Facebook. Oh, querido héroe de sofá, haces que tiemblen mis piernas con la majestuosidad de tus discursos, plagados del característico erotismo del revolucionario y de buenas intenciones: porque eres libre, eres especial, muchísimo más que yo y mis opiniones desestimables, tú eres el verdadero, el único camino, eres como Jesucristo cuando dice “quien no está conmigo, está contra mí”. Eres un punto de inflexión histórico, eres aquel que hace sombra a Napoleón o César, eres aquel cuya opinión hace temblar el monte Vesubio, aquel que tira por tierra las obras completas de Heidegger con un solo tweet.
Querido héroe, admiro tu singularidad, eres la escisión histórica que el Hombre necesita.
Por todo esto, por toda la gloria que recae sobre tus hombros te ruego, te pido encarecidamente, que por favor me perdones, perdón por mis ofensas, perdona que no hayx escritx así todx estx artículx, perdona por todas y cada una de mis afirmaciones, porque todas ellas son triviales e incluso indignas porque no son las tuyas. ¡Oh, héroe de sofá! ¡Mírame a los ojos, te lo ruego! Mírame y bésame, tu corrección política es irresistible, caigo rendida ante tus pies, y los beso como se besa a los emperadores. Envíame un insulto por twitter sin miramientos, dame un bofetón incluso (con la mano izquierda para aumentar el simbolismo de tu causa), recuérdame lo estúpida/ignorante/fascista/anticuada/reaccionaria/opresora que soy, dímelo mientras me metes mano.
¡Oh héroe del sofá, tú y sólo tú, con tus redes sociales eres la escisión metafísica definitiva del cosmos!. Mi meta no será jamás obligarle a pensar lo mismo que yo pienso. Tampoco hacer lo mismo que yo hago. Mi meta se limitará a hacerle entender que usted no tiene ningún derecho a obligarme a hacer lo que cree correcto, pues yo lo veo de otra manera. Cuando agreda su libertad, o su propiedad, o su persona, entonces sí tendrá todo el derecho a defenderse y agredirme. Pero sólo en esos casos.
Sofía Rincón. Escritora; ensayista. Artista multidisciplinar
“Tantas cosas ciertas que se dicen
Por la razón equivocada
Gritandote a la cara
Y ya no hay vueltas atrás
Quedamos en tablas
Cuna de Caín y guerra civil
Entre hermanos de la mano
Nos hacemos daño
Siempre que nos encontramos
El exilio es mejor
Que nuestra prisión
De mediocridad y vulgaridad
De envidias e ingratos
Juegos de villanos
De quien en todo quiere ver
Enemigos que vencer
Y ya no se hable más”
LobosMagazine 2018