Cualquier promesa de paraísos terrenales venida de otro no deja de ser apenas más que un cúmulo de palabras. Lo que para uno es el cielo, para otro es el infierno. En una sociedad libre, cada cual puede buscar su propio cielo.
Fabricantes de Mentiras
Ricos contra pobres, hombres contra mujeres, contribuyentes contra burócratas, desarrollo contra ecología, jubilaciones publicas contra privadas, libre comercio contra proteccionismo, zurdos o rojos contra fachos, fumadores contra no fumadores, clericales contra laicos…..etc
Que mundo no?. Un mundo en el que nos quieren hacer vivir los que se han apoderado de la política y de la cosa pública desde hace largo rato. Que mundo no? Un mundo donde, por supuesto, ellos nos cuidarán, no protegerán y velarán por todos por medio de sus leyes, ordenanzas, reglamentos, observatorios, oficinas de regulación, comités de estudio, secretarías de observación del funcionamiento de las secretarías…. del sistemático blablablerío de protección a los ciudadanos de las amenazas. Qué mundo no? Un mundo donde cada vez deberemos entregarles más libertad a cambio de menos riqueza. Porque hay que pagarles toda esa gigantesca maquinaria político-burocrática-berreta que cuesta una fortuna inimaginable. Porque éstos, quienes se han apoderado de la cosa pública nunca se hacen responsables de los desastres económicos, institucionales y culturales que producen sus acciones.
… Y de pobreza
Siempre ufanados en hablar de progreso, sin ningún tipo de fundamento racional, sólo eslóganes huecos, sin importarles nada aquellos a quienes dicen defender.
Un pseudo progreso o máscara progresista que se ha constituido en el más grande productor de pobreza de este tiempo. Y esto es todos los días, y pese a las indiscutibles evidencias que confirman esta visión, pero convencidos de estar recorriendo el camino inverso. Indiscutible y definitivamente han hecho un culto de la indigencia. Pero , de todo se nutren de ella.
Cómo han hecho las naciones que han logrado superar el subdesarrollo? Naciones que progresaron en serio, que no lo hicieron construyendo una industria de dádivas, que no lo hicieron gestando un huracán de privilegios, tampoco planteando condiciones ideales para esa sociedad injusta en la cual los que se esfuerzan obtienen lo mismo que los que no lo hacen.
Qué mundo no? Con una casta de dirigentes ruines que pueblan las bancas legislativas nacionales, provinciales y comunales y las oficinas públicas, en donde la inmensa mayoría de ellos, incapaces de exhibir un éxito profesional en sus vidas, disponen de los dineros de todos, fundamentalmente del de los más pobres, para seguir haciéndolos más pobres, en una lógica que, a estas alturas, ya debería haber caído por su propio peso.
Un mundo donde a los que menos tienen, los castigan con una carga tributaria inexplicable. Donde les hacen pagar a los más débiles, aquellos que con mucho esfuerzo solo pueden sustentarse, impuestos que tienen como destino el despilfarro de siempre, ese que permite ejercer retorcidas prácticas políticas, favorecer amigotes del “jefe” de turno, o alimentar la epidemia de la corrupción.
Un mundo donde, esta especie, “clase política” de diferentes espacios, que ha tomado por asalto la cosa pública, que gobierna estos países desde hace demasiado, muchísimo tiempo, ha construido un enmarañado pantano de reglas de juego para mantenerse allí, siempre flotando, esquilmando a los que producen, pero también a los que dicen beneficiar.
Un mundo donde son los sectores más empobrecidos los que pagan con mayor fuerza este sistema, que suponen que es quien los defiende. Un mundo de impuestos, inflación, derroche y corrupción. Es enormemente difícil identificar en esta descripción, dónde se encuentra la tan mentada defensa a los que menos posibilidades tienen con la que se llenan la boca los llamados dirigentes de ésta época.
Un mundo en el que han ido diseñado un esquema para enriquecerse como funcionarios, que se apoya sobre la base de sojuzgar a los más pobres. Porque tienen que seguir siendo pobres para que el sistema funcione. Nunca han generado las condiciones para que dejen de serlo, muy por el contrario, crearon un sistema para que los pobres sigan siendo pobres y queden esclavizados, en manos del clientelismo y el asistencialismo que se han ocupado de diseñar, armar, edificar durante décadas y décadas.
Una nación, un país potencialmente rico y próspero, como el que sostienen los relatos, no saquea a los pobres con impuestos e inflación para luego subsidiarlos, no los humilla, no le roba la dignidad, ni los impulsa a convertirse en mendigos de la política.
Qué mundo no? Donde el país en el que nos quieren hacer creer que vivimos, no existe. Somos parte de una sociedad donde un pobre es inducido a votar a un candidato partidario, del partido o color que sea, a cambio de un plan placebo social estatal o de una mera promesa.
Un mundo donde los que se ufanan de “hacer política en serio”, organizan, un afinado método para entregar una bolsa de alimentos el día de las elecciones solo para lograr un mayor caudal de votos. Donde intentan arrear a los ciudadanos como ganado, en vehículos. Todo un despliegue hecho con dineros públicos muchas veces, confirmando esa cruel y patética sociedad entre esa política y la corrupción.
Un mundo que viene donde habrá que ser menos piadosos con esa clase política. Que se trata de una perversa casta, una verdadera lacra social, avalada por muchos ciudadanos, los más de ellos cómplices involuntarios de esta mascarada.
Un mundo donde esta caterva de “dirigentes políticos”, que han tomado por asalto la cosa pública, no tiene autoridad moral para hablar de progreso. Porque no les interesa. Se encargan a diario de tratar a la gente como “una cosa”, de condenarlos a mantenerse en una vida despreciable, a hacerle promesas, sabiendo que no cumplirán, y fundamentalmente a convencerlos de que son unos inútiles, que no sirven para nada y que solo pueden aspirar a seguir recibiendo favores, a vivir de prestado y solo en la medida que continúen votando a sus humilladores para que los sigan destratando.
Un mundo en el cual cuando estos usurpadores de la política finalmente se vayan y cuando sean desenmascarados, cuando los que todavía los sostienen, logren darse cuenta de la inmoralidad y de la indignidad que han generado; esta sociedad deberá aun luchar para vencer las temibles secuelas y este triste y lamentable legado dejado en pleno Siglo XXI, donde el Mundo Civilizado está ya inmerso en la Cuarta Revolución Industrial, aquí se está aún como en la recordada película La Guerra del Fuego, donde algunos han aprendido a encenderlo y otros aún están en eso.
Un mundo donde los depredadores de la política y de la sociedad, han convencido a los más pobres, que son ineptos, inservibles y llevará mucho tiempo recuperar la autoestima, la fe en sí mismos, la fortaleza para dar la mayor de las batallas y salir de la pobreza sin que nadie les regale nada. Donde les han robado la mayor riqueza que un ser humano puede disponer, su dignidad. Una virtud que es muy difícil de recuperar cuando ha sido pisoteada, arrastrada, ultrajada durante décadas y décadas.
No se precisan gobiernos que saquen de la pobreza a la gente, en todo caso se necesita una clase dirigente que deje de lado su costado mesiánico e interminable vanidad, su soberbia inagotable de creerse el centro de la creación, la dueña de las verdades y propietaria del monopolio de las soluciones.
Un mundo donde a la gente honrada le queda una ardua, difícil labor llevar a cabo. Donde queda ayudar a reconstruir el poco optimismo que queda. Donde es indispensable lograr devolverle la fe a los que la pierden a diario. Donde se hace indispensable alimentar la confianza en sí mismos y la fundamental actitud, que es la madre de la riqueza.
Un mundo donde el combate será difícil, muy difícil, ya que mientras muchos ciudadanos están dispuestos a ser protagonistas de cambios de paradigmas, muchos otros han decidido, han optado por el ocio cívico (una pena pero es la realidad), fomentando una suerte de abulia constante y siendo involuntarios o no, cómplices de tanto desatino, de tanta desidia.
Un mundo donde todo esto es una mera descripción de la realidad que nos rodea, en la cual estamos inmersos, sólo hay que saber mirar, no es tan difícil. Ya es hora.
Un mundo donde es tiempo de centrarse en no bajar los brazos. Donde los que realmente creen que la historia puede cambiar, debe cambiar imperiosamente, tienen un duro y gran desafío por delante. Mientras tanto, del otro lado, buena parte de esta clase política contemporánea, alimentada desde las mil caras de los populismos vigentes, se seguirá dedicando a perfeccionar el arte de seguir siendo fabricantes de pobreza, fabricantes de mentiras.
LobosMagazine
27 de septiembre 2018
LobosMagazine 2018
EDITOR: JOSÉ LUIS SAN ROMÁN