Ella, siempre había tenido algo, como... miedo, de cada paso que tenía que dar, de pronto, ahora se sentía totalmente suelta... sólo tenía que soltarlo a él, en el juego al que no se resistía, y caía en el...
“El se siente que atraviesa un puente con los ojos vendados. Puede intuir y adivinar lo que de verdad está viviendo?... Y después, cuando le quiten la venda de los ojos, puede mirar al pasado y comprobar qué es lo que ha vivido y cuál era su sentido?. "Aquella noche pensé que estaba brindando por mis éxitos", sin tener la menor sospecha de que estaba celebrando la inauguración de sus fracasos…o no? Lo que siente es sólo lo que escribe en el papel?
Esa relación entre ella y él, la historia en la que ahora los dos jugaban un “triste papel”, le parecía vaga, difusa, casual, se sentían observados por sus otras vidas?. Y de golpe comprendía que no fue más que una ilusión haber pensado que cabalgaban juntos ellos mismos en sus propias historias? ; es posible que no sean, en absoluto, sus historias, de ellos dos? O es más probable que les sean dirigidas desde fuera, desde otra parte por fuerzas extrañas? Hay cosas que se encienden cuando se apagan otras?
Carla, Carlos y el final de las notas
José Pepe Juliá
Jueves, 30 de agosto. Querido Carlos.
Esta es la tercera carta de los fines de semana que te escribo. Creo que la travesura ya cumplió su función. La sorpresa pasó a segundo plano. No digo que ya no siento la adrenalina de hurguetear el bolsillo del jogging el sábado por la mañana, para descubrir el papelito con tu letra. Pero, como todo juego, la reiteración de las jugadas empieza a hacerse rutinaria. Y como nos propusimos desde un principio vencer la odiosa rutina antes que ella interceda en nuestra relación, te propongo así como empezó, de improviso, darle un final feliz a este acercamiento que tuvimos con las lapiceras y el papel.
A lo sumo, podríamos dejarnos un papelito entre los imanes que tapizan la puerta de la heladera. ¿Qué te parece con una sola palabra? Por ejemplo si yo te escribiera: “Amor” y dejaría a tu entera interpretación lo que quiero decir. Lo podrías interpretar como que sos vos. O que te invito sutilmente a hacerlo en cuanto coincidamos físicamente en la casa. Por ahí te estoy reclamando que está escaseando el sentimiento.
Es increíble como estoy tratando de no cortar el vínculo con la lapicera. Artefacto prácticamente en desuso en nuestras costumbres hace tres semanas atrás.
¿Sirvió para algo esto de las notas? En algunos aspectos me parece que sí. Fijate que hasta nuestros ex formaron parte de esta comunicación. Ellos estarán siempre entre nosotros. Quizá se alejen por un tiempo pero inevitablemente reaparecen en forma de hija, en tu caso, o en perro en el mío. Aunque vos veas más seguido a Luis que yo a Luisito.
Mis amigas separadas, divorciadas, o “desconcubinadas”, tienen ese lastre. Así que me tengo que acomodar a las circunstancias. Vos y lo nuestro valen el esfuerzo.
Nuestras anteriores vidas amorosas tienen un porqué y hay que asumirlo. Que cada cual lo tome como lo siente. Los errores y sus consecuencias. Los aciertos y sus beneficios. En estos dos años de compartir el lugar de residencia, con todos los muebles incluidos, nos sirvió para comprobar que si hay otra oportunidad no hay que dejarla pasar.
Voy a esconder este último escrito en tu pantalón beige de los viernes. Algunas rutinas son perdonables.
Te quiero. Carla
Carlos, Carla y el final de las notas (II)
Viernes, 31 de agosto. Hola Carla.
Son las 12 y 20. Entre un mordisco y otro del sándwich de bondiola de mi almuerzo estoy tratando de escribir sin que se manche el papel. Acepto, con un poco de ¿nostalgia? tu propuesta de terminar este jueguito de los escritos. Yo también me estoy encariñando con la silueta de la lapicera entre mis dedos.
Te comento que el leer tu nota el viernes por la mañana, contestarla al mediodía para que la leas recién el sábado por la mañana, en algún momento me desubicó en el tiempo. No sé si a vos te habrá pasado lo mismo. La vertiginosidad de un Whatsapp o la rapidez de una llamada por celular nos han quitado el “perder tiempo” para escribir, a veces arriesgando faltas de ortografía o errores de sintaxis.
Este juego postal se me asemeja a estar leyendo un libro de un buen escritor y después ver la versión cinematográfica con la interpretación del director. No siempre se puede coincidir con lo que uno imagina en la lectura y las imágenes que propone la película. Eso me pasa cuando el sábado nos reencontramos. Una cosa es leer lo que Luisa te dice y otra muy distinta es escuchar la misma versión en tu voz y con tus modos de expresarlo. Espero ser claro en lo que digo. Siempre podemos charlarlo cara a cara. Nariz a nariz. Boca a boca ¿sigo? No, mejor dejo de cotejar el resto de nuestra anatomía para más adelante.
Me entusiasma el dejar una sola palabra escrita de puño y letra en un papelito. La heladera pasaría a ser nuestro buzón “amorosoerótico” si todo va bien o nuestro muro de los reproches cuando algo no funcione.
Empezaría yo por las mañanas, obviando el sábado por supuesto y buscaría tu palabra a mi regreso por la noche. Así como pusiste de ejemplo la palabra “Amor” ¿Qué pasaría si yo tomara como modelo la palabra “Beso”? Dejaría a tu libre apreciación el significado de lo quiero decir ¿Será un beso de despedida? ¿En la profundidad de tu boca? ¿En tus íntimos rincones? Seguramente en el momento que leas esto, se te encenderán las mejillas. Siempre me cautivó tu mezcla de vergüenza y desparpajo tan tuyo.
Va a estar divertido. Aunque después de un tiempo se pueda convertir en una rutina perdonable, como vos decís.
Yo también la quiero, “señora” Carla.
P.D.: Quien te dice que no estemos escribiendo la novela de nuestra propia película.
José Pepe Juliá
Los Cuentos de Pepe 2018
“ahora que han pasado los años
Intensamente vividos, exprimidos;
Sigo en forma, no estoy cansado
Y tengo decidido retrasar el final…
…ahora sin remordimientos ni disculpas…
Ahora puedo decirlo más alto,
Pero no puedo más claro…”
LobosMagazine 2018