Gobernar en Argentina? Se hace imprescindible poder reconstruir un Estado con fortaleza, y que se limite solo a sus funciones esenciales.
Gobernar en Argentina
Cualquier mediano conocedor de la historia Argentina desde fines del siglo XIX es conocedor que el principal problema con el que lidiaron nuestros antepasados, y con el que ahora tropezamos, es el de la debilidad del Estado.
Las acciones a las que ya los argentinos están acostumbrados a ver, léase coartar libertades de circulación, de expresión (solapadas), intolerancias manifiestas y violentas a quien piensa distinto, sostener posturas irracionales argumentando derechos; pretender destituir al orden constitucional, si tal gobierno de turno no me gusta, tanto para el actual como el anterior: Y así, cada vez más la ciudadanía se encuentra como espectadora, (voluntaria por cierto), de estos comportamientos; que no hacen nada bien en pos de una unidad nacional pretendida por la mayoría de los ciudadanos que viven de su trabajo y que quieren vivir en paz; comportamientos que traicionan esa unidad, traicionan la igualdad derechos y obligaciones y al interés común. El Parlamento de turno y el gobierno de turno, el que sea, lejos de corregir los errores que critica de su antecesor, amenaza con hacerlos más graves y duraderos. Y la ciudadanía sigue siendo espectadora, voluntaria por cierto.
La referencia, por supuesto es al Estado, ese que como institución garantiza ( o debe garantizar) la libertad política, el respeto a la ley, la igualdad de derechos, la igualdad ante la ley. Es así el Estado que “tenemos”, o está bastante alejado de lo que deberíamos tener? No da esa sensación de qué solo es un órgano colonizado, dominado por “partidos cerrados”, conformado por funcionarios estables, y por esa capa de funcionarios profesionales de tiempo completo y disposición? Esos cargos de responsabilidad burocrática y política, “un agente del aparato gubernamental o del “partido”, similar a lo que en la Rusia soviética llamaban a éstos funcionarios un “apparátchik”, a veces acá dicen un “cuadro”, funcionarios que no han hecho otra cosa en su vida que “desarrollarse” en el partido, medrar; atentos por sobre todo a sus intereses corporativos y a los de sus beneficiarios, y, por lo tanto, indiferentes y desconociendo, por ignorancia casi siempre, la suerte y destino que afecte a los ciudadanos.
Y así es como tenemos un Estado que es la consecuencia de no haberse podido consagrar en el pasado, un Estado de las libertades de los individuos, del respeto irrestricto a la Constitución, un Estado mínimamente eficiente y ha sido pasado luego por la trituradora del estatismo y por las hegemonías burocratizadoras de los dogmatismos colectivizantes, con las consecuencias que están a la vista todos los días. Todos los días.
Esto es lo que venimos padeciendo, y pareciera ser que no es nada sencillo poder sortear esa carga, y más aún cuando los medios de comunicación y las escasas instituciones ciudadanas de origen privado civil, existentes, también han optado, de una manera casi uniforme, vivir a costa de ese Estado ineficiente del que hablamos. Han dejado de lado, “lo que deberían ser” a cambio de las suavizantes y complacientes subvenciones a discreción que se pagan con el dinero de los demás.
Los gobiernos actuales sólo se dedican a subir los impuestos y ampliar las redes cortesanas. La clientela política.
Y qué es lo que ven, perciben y comprueban los ciudadanos, de qué cosa saben hacer los de turno que gobiernan y ayer otros y antes de ayer otros?. Muy sencillo, se trata subir los impuestos y aumentar el tamaño de ese Estado; esto es aumentar sus redes clientelares, es como si tuviéramos una imagen de las celdas de una gran colmena, donde están esas celdas de donde chupan lo que a duras penas pueden producir el resto, las escasas abejas obreras, las que trabajan. Y en esto, que es lo central, qué diferencias se pueden encontrar desde hace 90 años? Y teniendo muy en claro que no se trata de visiones raras como eso de vivir sin Estado; pero acaso ese Estado cumple con su función esencial al menos? O hace como que? Y ese Estado es un no-Estado, de hecho y que en esa posesión de la suma del poder es un cuerpo que ocupa el papel del Estado montándose en una imagen de lo que los ciudadanos ven o creen que debe ser su Estado. Y así poco a poco los ciudadanos son considerados como delincuentes comunes que no les pagan lo suficiente y poder mantener a toda esa extensa y en aumento familia de “acomodados”, “cuñados” y “amigos de los amigos”, y se ve esa cosa caricaturesca de los viejos y excelentes funcionarios de un Estado esencialmente débil que nunca ha podido llegar desarrollarse y existir con total plenitud y que es desangrado por esa cosa patética que sufrimos, una mezcla de película de mafiosos y de rebaño de incompetentes, por supuesto con algunas y pocas excepciones, muy pocas, pero preciosas y honrosas excepciones. Cuáles son? Sólo hay que sentarse a observar cuáles son los más atacados, y se entenderá además, el porqué.
Se hace imprescindible poder reconstruir un Estado fuerte, y que se limite a sus funciones puramente esenciales.
Y así tenemos que el punto principal, el eje del futuro político y como Nación es precisamente éste: ¿si seremos capaces de reconstruir o construir de una vez un Estado fuerte pero limitado a sus funciones esenciales?, ¿si los ciudadanos somos capaces de asumir la responsabilidad, y hacerse cargo para lograr una línea que analice y resuelva con inteligencia los diálogos y discusiones para llegar a un punto de equilibrio, gobernantes-gobernados?, pero confrontando por razonamientos y argumentaciones, no por cuestiones emocionales ridículas a esta altura de la humanidad, lejos de surrealistas y miopes interpretaciones, que a lo único que conducen es a seguir demostrando el desprecio por las instituciones y por los ciudadanos, aun a pesar de su discurso, mentiroso.
Vemos que se hacen faraónicas obras de soterramiento de vías férreas, otras “para proteger” el medio ambiente, obras hidráulicas sin motivo, o se construyen llamados espacios de la cultura o la salud para que una industria del soborno y similares prosperen.
Se puede describir esto como una batalla que no tiene, por el momento ningún ejército a su favor?: Sí. Se puede decir que los partidos políticos existentes, paupérrimos de ideas e iniciativas, son sin ninguna duda “estatistas”, para sí?: Sí. Se puede decir que todos se quieren dedicar a perseguir a los que viven de su trabajo, a los que son autónomos de esa cosa, sangrar a las empresas rentables, a promover empleos imposibles, a construir órganos inútiles, redundantes, regresivos, a construir centros de estudios superiores u hospitales sin ningún tipo de programación, y que por detrás vienen los encargados de cobrar sobornos o comisiones; el famoso tres por ciento típico de los mercados, que se da por descontado en los mercados financieros, pero que en realidad se trata de el famoso “diego” y que al final es más de lo que parecía?: Sí. Por eso es que parece que además de subir impuestos, saber soterrar vías férreas, “proteger” el medio ambiente, construir espacios de cultura, etc, etc, etc, y todo lo que sea necesario para que la industria del soborno y el cohecho sin rastros prospere.
En este mundo de la política, de esto que se llama política, una de las pocas leyes que se han cumplido y se cumplen de manera universal es que siempre gobiernan unos pocos burdos e ignorantes sobre muchos, y lo que es casi una constante es que los muchos sean o parezcan al menos tan condescendientemente ingenuos y tontos como para aplaudir y legitimar a esos quienes abusan de sus privilegios, los engañan con juegos ilusorios, los desprecian, los esquilman, y mientras tanto sonríen complacidos de su popularidad y su astucia.
LobosMagazine 2018