El español derrotó a Dominic Thiem por 6-4, 6-3 y 6-2. Iguala a Margaret Court como único tenista con 11 triunfos en un "Grand". Es el 17 para Rafa Nadal.
Tenis
Roland Garros 2018
Nadal 11 Títulos
Por Jesús Minguez desde Roland Garros
París, 13:00 hs de Argentina
“Monsieur” Roland Garros es don Rafael Nadal Parera. Señor de París. Dueño del Bois de Boulogne. Eterno en la Ciudad Luz que cada primavera se encarga de iluminar más con su dulce y a la vez salvaje rutina.
“No voy a entrar en una espiral de no valorar lo que consigo. No es lógico”, dijo antes de su 11° final en Roland Garros. Haría mal, sí. Porque lo que consiguió hoy en París no es normal: 11° título tras frenar al aspirante Dominic Thiem por 6-4,6-3 y 6-2 en 2 horas y 42 minutos. Fuera del alcance del común de los mortales.
Nadal iguala a Margaret Court, la australiana que alcanzó once Abiertos de Australia entre 1960 y 1973, como el tenista (masculino o femenino) con más títulos en un torneo del Grand Slam. Es el 17° título para él, que vuelve a presionar al ausente Roger Federer (20) en una competición inacabable que embellece los libros del deporte. Con la victoria, además, el balear sostiene su número 1 como hizo en Roma. Debía ganar para seguir en la cima, y lo hizo.
Dominic Thiem, señalado como su heredero, dijo tener “un plan para derrotar a Nadal”. Con 24 años, es 8° del mundo (saldrá 7°), y se presentaba en la final con el aval de un 6-3 en el cara a cara. Como el único hombre que había derrotado al gigante en la alfombra ocre en los dos últimos años. Los cuartos de final de Roma 2017 y en el reciente Mutua Madrid Open. Pero como dijo el “killer” Mike Tyson, que se ha dejado ver por los courts éstos días, “todo el mundo tiene un plan hasta que le sueltas la primera piña”.
El plan del austríaco pasaba por hacer lo que ha hecho Roger Federer últimamente para vencer a al de Manacor. Sacar a reventar (lo hizo por encima de los 220 km/h), meterse a restar pegado a la línea, golpear con violencia con su derecha y no dar opción a Nadal para entrar en el cuerpo a cuerpo, en esa larga guerra de trincheras de intercambios que sólo ha perdido en dos ocasiones en París (Djokovic en 2015 y Soderling en 2009). El español, por su parte, comenzó presionando el revés a una mano (como había hecho siempre con el suizo), letal a media altura pero no tanto arriba, para descomponer su ataque.
En el primer set, se siguió ese patrón. Break para Nadal de inicio, contrabreak y nuevo break para 6-4 que fue un jarro de agua fría para Thiem. Nadal encadenó cinco juegos. Del 4-4 del primer set al 3-0 del segundo y tomó una ventaja que fue fundamental para situarse dos sets arriba. Thiem veía delante la montaña de las cinco mangas si quería tumbar al campeón y revertir el escalafón y la historia. Demasiado alto. Demasiado esfuerzo, aunque lo intentó y jugó un partido muy bueno.
En el tercero, Nadal rompió para 2-1 y de repente llegó el susto. El dedo corazón de su mano izquierda se bloqueó, acalambrado. Se sentó con cara de pánico y un fisioterapeuta tuvo que atenderlo. “Se me ha acalambrado, no puedo moverlo”, gritó hacia su equipo muy preocupado. En el reinicio, Thiem ganaba su juego con facilidad y la asistencia volvía al court para darle un antiinflamatorio. El corazón ahogaba. Había que sostener el servicio y sufrir. Como había sufrido otras veces. Y lo consiguió, incluso logrando otra. Romper para el 6-2 final.
Así, Nadal se (con el diez, un número más redondo, se llevó una reproducción de tamaño real a casa). Una dulce rutina de primavera. Una época en la que el balear acostumbraba a parar el tiempo desde que en 2005 comenzó a escribir su historia frente a Mariano Puerta. Como en un natural de “Antoñete”, unos acordes del “Ascensor para el cadalso” de Miles Davis o el tiempo en el “Macondo” de García Márquez. Tiempo parado y feliz. El tiempo de Nadal en París. No por repetido debe ser grandioso. Al contrario. Once Roland Garros para un Nadal eterno.
LobosMagazine 2018
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