Resulta triste y patético cuando los medios, que pretenden formar o influir en la opinión pública, apuesten a ser órganos de propaganda y dejen de lado su verdadera razón de ser.
Cuando la propaganda se disfraza de periodismo
Los medios deberían quitarse la máscara de la imparcialidad y empezar sus programas o sus notas, advirtiéndoles a la audiencia, quiénes son y para quien trabajan.
Cuando se trata de periodismo, lo ideal sería que los medios de comunicación en todas sus modalidades, dedicaran sus más profundos esfuerzos a brindarle información veraz y de calidad a la ciudadanía, al público, pero la realidad es otra; nos encontramos plagados de órganos de propaganda que a diario se hacen pasar por medios de comunicación serios e imparciales. Por lo tanto creíbles.
Para nadie es un secreto, lo sabemos bien, que cada medio posee una ideología política, que es la que define su pensamiento editorial, se supone, y está representada en las secciones de opinión, eso no es ilegal ni antiético, al contrario, contribuye a la pluralidad informativa, el problema empieza cuando esa ideología aparece mezclada en el tratamiento que se le da a las noticias que llegan directamente al lector, oyente o televidente.
Es decir, está bien que se compartan los sucesos de actualidad desde diferentes perspectivas a través de las columnas de opinión, los editoriales o los análisis críticos de prensa, pero bajo ningún motivo es tolerable que la información – las noticias – se vea permeada por la ideología política (llamémosle ideología) que representa al medio que publica esa información, eso no es ético y tampoco se le puede llamar periodismo.
Pienso que en aras de promover y defender la libertad de expresión, no está mal que un medio quiera dedicar todos sus recursos a defender los intereses de una causa política, pero no se puede pretender que la audiencia lo considere labor periodística. Sería más sano correr de una vez, esa pátina de imparcialidad y empezar los programas o notas advirtiéndole al público quiénes son y para quien trabajan, así por lo menos el público sabe a qué atenerse.
El buen periodismo, honesto y racional, nunca defiende intereses a menos que sean los de la opinión pública, tampoco oculta hechos o los maquilla ajustándolos a la medida de una causa de propaganda, y mucho menos se puede convertir en un vehículo que fomente terror y odio entre aquellas personas que consumen su contenido.
Resulta demasiado triste que los medios, aquellos que forman o influyen en la opinión pública (o pretenden), decidan apostarle a ser órganos de propaganda y dejen de lado su verdadera razón de ser.
Cuando la propaganda se disfraza de periodismo, pierde el periodismo, y por ende, la ciudadanía.
Y por qué se da esta deformación de la información? se da precisamente porque se introduce directamente en el cuerpo de la noticia su valoración política, al mismo tiempo que se sirve de términos difamatorios o ambiguos para condicionar arteramente la reacción emotiva del lector. Cómo?; las noticias se presentan como columnas de opinión, y éstas como aquellas; pero además como columnas que recurren a las peores armas de la propaganda.
Toda una serie de tácticas de divulgación como “Principios de Propaganda”, se pueden sintetizar a partir de las ideas presentadas por Jean Marie Domenech en su libro “La Propaganda Política”, que estudia su aplicación por partidos fascistas, colectivistas totalitarios, e incluso disfrazarse en democracias. Se resumen en lo siguiente:
-De simplificación y del enemigo único: adoptar una única idea o persona que simbolice el enemigo.
-De contagio: reunir diversos adversarios en una sola categoría o individuo.
-De la transposición: responder el ataque con el ataque o desviar la atención hacia otras noticias.
-De la exageración: convertir cualquier anécdota, por pequeña que sea, en amenaza grave.
-De la vulgarización: reducir cualquier problema complejo al razonamiento más simple posible.
-De orquestación: repetir de forma constante las mismas “ideas”, aunque variando la presentación.
-De renovación: emitir constantemente informaciones y argumentos nuevos, sin ahondar en nada, ni explicar.
-De la verosimilitud: construir argumentos plausibles a base de informaciones fragmentarias.
-De la silenciación: acallar sobre las cuestiones, de las que no se tienen argumentos y disimular las noticias desfavorables.
-De la transfusión: partir de odios y prejuicios tradicionales y arraigados.
-De la unanimidad: presentar la postura propia como la de todo el mundo.
La premisa es: ¿se convence al lector con hechos y razonamientos o con frases hechas?, ¿se suministra al lector material para que forme su propio juicio?, ¿se apela a los sentimientos melodramáticamente?, ¿se oculta información pertinente?. Por lo tanto, podemos decir que, una de las funciones del periodismo es defender con su trabajo las ideas que crea justas, pero siempre partiendo de la idea que la información veraz tiene más fuerza y utilidad que la propaganda.
Y para finalizar, una vez más, decir: Cuando la propaganda se disfraza de periodismo, pierde el periodismo y por ende, la ciudadanía.