La escasa calidad de la auténtica información periodística es un fenómeno que se da a diario. La información se limita a ser una extensión del espectáculo, banal, patética, ruin.
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Humo y monedas
Cada día que pasa; cada día más, vemos que analistas, expertos o especialistas de todo el mundo de la comunicación sacan a la luz y denuncian que el periodismo, o lo que se llama periodismo hoy día, se adultera, cuando se hace esa mezcla, aún sin nombre, con el espectáculo, o más bien lo banal y lo chabacano mediático. Como ejemplo de esto vemos en los llamados noticiarios de televisión, cómo predominan los sucesos de cualquier cosa y los deportes, en detrimento de la información general.
Entonces es así como vemos, cuando surgen noticias importantes, como una violación a las garantías constitucionales, un atropello a la libertad de expresión o un atentado, lo que predomina es el aspecto espectacular, y no la explicación de las causas, por ejemplo, y no se intenta por supuesto situar al público en el contexto político de un hecho determinado. Por qué? Es que generalmente, la información se limita a entrevistas con personas que expresan su lógica emoción ante el trágico suceso, pero sólo emoción y a ofrecer al espectador duras imágenes de la tragedia, a no informar. La información se limita a ser una extensión del espectáculo, banal, patética, irresponsable, ruin.
La escasa calidad de la auténtica información periodística es un fenómeno que se da a diario, en los que las noticias que se ofrecen por televisión no contribuyen en nada al incremento de la cultura democrática de los telespectadores, ni a intentarlo, eso está demás decirlo; si buscamos cotejar con otros países, vemos lo que ocurre y como se informa en los países nórdicos y de Centroeuropa, por ejemplo. En estos, las noticias aparecen generalmente en los telediarios por orden de importancia: actualidad política, noticias sociales, información económica, noticias de cultura y, por último, el deporte y las notas del corazón.
En los noticiarios que padecemos por aquí, de televisión, además, muchos de los recursos periodísticos se aplican a lo que podemos llamar “información de servicios”, y así podemos ver ruedas de corresponsales para conocer el número de víctimas en los accidentes de circulación del fin de semana, donde conseguir un kilogramo de tomates más barato en un área de 60 km a la redonda y demás imbecilidades similares, como para ver cuántos cientos de personas abarrotan las playas o cómo se lo pasa la gente en diferentes pistas de esquí. Son recursos periodísticos que no se aplican generalmente a la información general, pero sí en el fútbol, perdón, en el deporte.
Se mide en el país la credibilidad hacia los medios de comunicación? No; por supuesto que no. Aunque se diga otra cosa.
Quienes se dedican a los estudios de la comunicación, los que saben, (tomemos como base a los que saben, aunque sea una obviedad) explican que la degradación general del periodismo, y especialmente en televisión, se debe a un exclusivo afán de captar más audiencia y, consecuentemente, más publicidad; se supone, ya que tal vez esté ocurriendo lo contrario. Pero sigamos en esa línea, es decir, que los objetivos se limitan a poner al alcance del lector o del espectador lo que vende, abandonando los principios del periodismo y de su responsabilidad para con la sociedad. Menudo problema eso de la responsabilidad.
Se puede decir que a esta degradación ha contribuido la crisis económica, que ha producido reducciones en los planteles de periodistas y la bajada de salarios?, lo que ha traído consigo menos periodismo de investigación, menos contrastación de las fuentes, etcétera? Podría ser, ¿pero eso justifica la poca profesionalidad, la deficiente, cuando no paupérrima formación de quienes dicen ser periodistas? Para conseguir la supervivencia, los medios han sacrificado la calidad y han provocado la pérdida de credibilidad.
Es un hecho que quienes leen los periódicos, oyen la radio o ven la televisión adquieren cada vez menos conocimientos para interpretar lo que ocurre.
Están en lo cierto los analistas del mundo de la comunicación que creen y afirman que esta degradación de la información causa un empobrecimiento democrático, porque quienes leen los periódicos, oyen la radio o ven la televisión adquieren cada vez menos conocimientos que les permitan interpretar lo que ocurre en su país y en el resto del mundo.
La solución para evitar que el periodismo continúe degradándose pasa por una radical separación entre la información de interés público y el espectáculo, la banalidad y por el retorno del periodismo a los principios que le convirtieron en el cuarto poder, alguna vez.
LobosMagazine 2018